Madrid. Las lluvias que provocaron devastadoras inundaciones en el este de España y el elevado saldo de más de 150 muertos son resultado de una combinación de factores meteorológicos y humanos, según expertos.
Fenómeno meteorológico de inusual violencia
En algunas localidades de la región de Valencia, la más afectada, cayó en pocas horas el equivalente “a un año de precipitaciones”, indicó la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).
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Este diluvio, causado por un fenómeno del mar Mediterráneo conocido como “gota fría” —que se produce cuando una masa aislada de aire frío en elevada altitud desciende sobre otra de aire más cálido— provocó el desbordamiento de varios ríos y la súbita formación de enormes torrentes de barro.
Cuando alcanzan tal magnitud, las “gotas frías” pueden tener “un efecto muy similar” al de los huracanes, señala Jorge Olcina, profesor de Climatología en la Universidad de Alicante, quien vincula el desastre al cambio climático.
Suelos secos y artificiales
La violencia de las inundaciones también se explica por la sequedad de los suelos en las zonas afectadas, producto de años de intensas sequías en España. Esto genera un fenómeno en el que la tierra es incapaz de absorber tanta agua.
Además, la región de Valencia se caracteriza por numerosas zonas con suelos artificiales, es decir, donde los espacios naturales han sido reemplazados por el hormigón, completamente impermeable.
Hubo “una urbanización descontrolada y poco adaptada a las características naturales del territorio”, que ahora “amplifica la peligrosidad de estos eventos”, explica Pablo Aznar, investigador del Observatorio Socioeconómico de Inundaciones y Sequías (OBSIS).
Zona densamente poblada
Las precipitaciones cayeron sobre zonas densamente pobladas y afectaron, por ende, a un gran número de personas. El área metropolitana de Valencia, donde se produjo la gran mayoría de muertes, tiene 1.87 millones de habitantes y es la tercera ciudad más grande de España.
La densidad “fue un factor muy importante” para explicar el impacto de las inundaciones, subraya Aznar, quien destaca que preparar las ciudades para enfrentar catástrofes climáticas es todo un “reto”.
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Fuera de casa en hora punta
Un factor agravante del desastre fue el momento del día en que se produjo. La mayor parte de la lluvia cayó al final de la tarde del martes, cuando muchos residentes se encontraban fuera de sus casas.
Muchas personas murieron en sus vehículos, sorprendidas por la crecida del agua mientras regresaban a sus hogares o caminaban en la calle, tras intentar trepar a árboles o postes de luz.
Una situación que podría haberse evitado si las autoridades hubieran advertido a tiempo a la población para que permaneciera en sus hogares o en sitios seguros, según Hannah Cloke, profesora de Hidrología de la Universidad de Reading, en el Reino Unido.
Falta de reacción de las autoridades
La Aemet emitió el martes por la mañana una alerta roja para la Comunidad Valenciana, pidiendo “gran precaución” ante un peligro “extremo”. Sin embargo, el servicio de Protección Civil envió un mensaje de alerta telefónica pasadas apenas las 20:00 horas, pidiendo a los vecinos resguardarse.
También pudo haber habido falta de precaución por parte de algunas personas, quienes admitieron haber salido a pesar de la alerta, alegando que no eran conscientes de la gravedad de la situación.
“Ha habido fallos de comunicación”, pero sin duda existe una “responsabilidad compartida”, estima Aznar, quien opina que falta una verdadera “cultura del riesgo” en España.
Nuestra “mentalidad colectiva todavía no está adecuadamente adaptada a los nuevos fenómenos meteorológicos extremos”, insiste.
Un análisis compartido por Olcina: “Tenemos que mejorar mucho más la educación para el riesgo en las escuelas, pero también para toda la población, para que sepan cómo actuar en caso de un riesgo inmediato”.