En los últimos meses, se registran salidas significativas de personas de confianza del régimen en Nicaragua. La más reciente fue la del exministro de Hacienda, Iván Acosta, ahora ratificado como el nuevo “ministro asesor del presidente ante organismos internacionales”. Estos movimientos generan especulaciones sobre la situación actual del régimen de Daniel Ortega, acrecentando las dudas sobre posibles tensiones internas.
El analista internacional José Dávila y el activista político Jesús Tefel coinciden en que el control en Nicaragua cambió poco a poco de una dictadura partidaria a una dictadura familiar, buscando asemejarse más a una especie de dinastía.
Los rumores sugieren incluso un posible debilitamiento de la dictadura nicaragüense y la consideración de una transición de poder por parte de Daniel Ortega hacia su esposa Rosario y sus hijos. ¿Cómo se interpretan estas salidas a nivel organizacional?
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Nicaragua: ‘Estado corrupto’
El reacomodo de Iván Acosta es el movimiento más reciente en el régimen nicaragüense. El jueves 20 de junio se anunció su salida del Ministerio de Hacienda, donde se desempeñaba desde 2012. Acosta se consideraba uno de los ministros más cercanos a Daniel Ortega, incluso siendo “mentor” de su hijo, Laureano.
“Muchos de ellos han sido leales, como Iván Acosta, exministro de Hacienda de Ortega, quien fue sancionado y destituido del cargo. Le confiscaron la casa y la oficina. Había sido fiel al proyecto sandinista y cómplice de Daniel Ortega, pero tal vez no le brindaba suficiente seguridad a Rosario Murillo”, afirmó Jesús Tefel.
Pese a que Acosta fue ratificado como el nuevo “ministro asesor del presidente ante organismos internacionales”, Tefel recalcó que los destituidos son acusados de “actos de corrupción” como justificación para su remoción.
“Todo el Estado es corrupto, con altos funcionarios capturados en prácticas corruptas y favores. Las acusaciones se utilizan para deshacerse de personas, no como resultado de investigaciones, básicamente ahí el que el que hace un acto de corrupción, está bajo el amparo de Daniel Ortega y Rosario Murillo, y simplemente usan eso cuando se quieren deshacer de ellos”, sostiene Tefel.
Otro caso es el de Humberto Ortega, hermano del gobernante Daniel.
“A Humberto Ortega, hermano de Daniel, primero lo pusieron en casa por cárcel por unas declaraciones que dio y luego fue trasladado al hospital por complicaciones de salud. Después de eso no se ha sabido nada de él. Lo relevante aquí es que si hasta el hermano de Daniel Ortega, que en el pasado fue su cómplice número uno está sufriendo los efectos de la represión, podemos concluir que nadie se salva”, afirmó.
La salida de Acosta se suma a una extensa lista de cambios en el régimen Ortega-Murillo en el último año, estas “barridas” dentro del régimen, hacen que muchas personas que simpatizaban con Ortega “se pasaran a la oposición, algunos en silencio y otros abiertamente”, añadió Tefel.
“El año pasado, hubo una barrida completa en la Corte Suprema de Justicia que no solo afectó a la gente del magistrado Rafael Solís, sino también a la de la magistrada Alba Luz Ramos y otros magistrados. Nosotros usamos el término ‘caer en desgracia’ para describir lo que ocurrió con varios funcionarios de la corte y su estructura, quedando diezmada y sin capacidad de operar bien. Esta corte no administra justicia imparcial ni cumple con el debido proceso; es utilizada como herramienta para aplicar justicia política y resolver algunos casos comerciales y civiles cotidianos.”
“Luego, las purgas alcanzaron a otras instituciones como la de energía (Enatrel), puertos, el Banco Central y el Ministerio de Hacienda, así como a la Cancillería
Dictadura: Aislamiento, lealtad y represión
Son pocas las informaciones que se conocen fuera de lo que hace público el régimen de Ortega y Murillo. Según Jesús Tefel, el régimen es “hermético”. Todo lo que se sabe se da por rumores o de manera extraoficial. Además, es tajante en cuanto a la represión en Nicaragua, que imposibilita manifestarse de manera cívica.
“Nicaragua no permite ninguna movilización a menos que te arriesgues a ir a la cárcel o a ser expulsado del país. La movilización pública está aplacada y lo que hay son movimientos semi clandestinos de organización política”, afirmó Tefel.
José Dávila, director ejecutivo de la Alianza Cívica, también señala que Nicaragua se está aislando del mundo democrático y buscando alianzas con regímenes similares, como el reciente anuncio de un embajador no residente en Afganistán, visto como una apertura peligrosa en Centroamérica.
“Es hora de que la comunidad internacional realmente abra los ojos. Desde 2018, 800.000 personas salieron de Nicaragua, donde mataron a más de 300 personas, hirieron a 2000 y encarcelaron a más de mil solo por protestar cívicamente. En vez de dialogar, mandan a matar”, expresó Dávila.
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“Estamos en una situación difícil. El colmo ha sido este tema de los talibanes. Es peligrosísimo. Ustedes (Costa Rica), un país que se basa en el derecho, en la democracia y en la discusión abierta, podría enfrentar desestabilización si los talibanes deciden poner bombas en la región. Estamos manos arriba”, agregó Dávila.
A pesar de los esfuerzos de Estados Unidos y los distintos foros internacionales para sancionar al régimen, y la amenaza de exclusión del Cafta, en Nicaragua el régimen se mantiene firme en el poder.
“Esta dictadura sigue como si nada. No le importa. Su poder se basa en armas, en el ejército y en la policía. Son un estado policíaco, sostenido por un ejército cuya cúpula es mantenida a base de prebendas, beneficios y negocios. Están sometidos y son rehenes a la vez”, dijo Dávila.
“Ortega cuando recuperó el poder en 2007 (probablemente) dijo: ‘hasta aquí, nunca más elecciones’ y por eso en 2021 encarceló a los siete precandidatos. Semejante represión en 2021 se dio a raíz de las elecciones, porque después de 2018 la gente decía ‘vienen las elecciones, tal vez este hombre afloja un poco y da lugar a la participación popular’. Pero fue peor. Nunca va a poner en riesgo su poder”, añadió Dávila.