La crisis política en Georgia se profundizó tras las elecciones legislativas del 26 de octubre, cuyas cifras fueron calificadas como fraudulentas por la oposición prooccidental. La presidenta Salomé Zurabishvili pidió nuevos comicios, sosteniendo que el Parlamento y el Gobierno carecen de legitimidad. La situación desató protestas masivas en la capital, Tiflis, y otras ciudades, con enfrentamientos violentos entre manifestantes y la policía.
Zurabishvili afirmó este lunes que la movilización proeuropea no muestra signos de “detenerse” en el país del Cáucaso, sacudido por manifestaciones diarias contra el gobierno. “Otra noche impresionante en la que los georgianos defendieron firmemente su Constitución y su elección europea”, escribió en la red social X, donde compartió imágenes de las protestas de la víspera. “La determinación en las calles no muestra signos de detenerse”, aseguró la presidenta, que tiene poderes limitados y mantiene una ruptura con el gobierno.
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¿Cómo inició el conflicto?
El conflicto comenzó después de que la Comisión Electoral de Georgia confirmara la victoria del partido oficialista Sueño Georgiano con el 53,89% de los votos. La oposición denunció fraude electoral, incluyendo compra de votos y presiones a electores, especialmente en áreas rurales.
Zurabishvili acusó a Rusia de injerencia y describió un sistema de manipulación basado en una “metodología rusa”. Desde entonces, se han registrado manifestaciones continuas y llamados internacionales para investigar las irregularidades.
¿Cuáles son las implicaciones?
El conflicto amenaza con desestabilizar al país, que busca adherirse a la Unión Europea (UE) y a la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN), objetivos consagrados en su Constitución. La decisión del gobierno de posponer las negociaciones de adhesión a la UE hasta 2028 intensificó las tensiones. Las protestas y el rechazo de la oposición a participar en el Parlamento podrían paralizar las instituciones democráticas, afectando la imagen internacional de Georgia y sus relaciones con Occidente.
El Ministerio del Interior informó este lunes que 21 policías resultaron heridos en las protestas y enfrentamientos de la víspera. Desde el inicio de las manifestaciones, 224 personas fueron detenidas, según el ministerio.
“Están enfadados, nos golpean, nos rocían”, pero “no nos importa”, declaró el domingo a la AFP Lika, una manifestante de 18 años, mientras la policía intentaba dispersar a la multitud. El movimiento de protesta no cuenta con un líder claro, pero los georgianos que se congregaron el domingo afirman estar decididos a seguir defendiendo la vía europea de su país.
Medios nacionales informaron este lunes sobre huelgas en escuelas y empresas. Universidades y escuelas “expresan su solidaridad con los manifestantes en todas partes de Georgia”, celebró la presidenta Zurabishvili.
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¿Qué dice la comunidad internacional?
La Unión Europea y Estados Unidos expresaron preocupación por las irregularidades denunciadas y pidieron investigaciones exhaustivas. Francia, Ucrania y el Consejo de Europa llamaron a la moderación y al respeto del derecho a manifestarse pacíficamente.
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, advirtió sobre “sospechas serias de fraude”.
El primer ministro Irakli Kobajidze descartó convocar nuevas elecciones tras la victoria de Sueño Georgiano. “Por supuesto que no”, respondió a los periodistas que le preguntaron al respecto. Durante las protestas, la multitud coreó eslóganes hostiles a Moscú.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, declaró que el gobierno georgiano trataba de “recuperar la calma”. También estableció un paralelismo con la revolución del Euromaidán en Ucrania en 2014, comparación muy presente en los medios de comunicación oficiales rusos.
Georgia, a orillas del mar Negro, todavía lleva la marca de la invasión rusa durante la breve guerra de 2008 y de la amenaza de una nueva ofensiva, como la de Ucrania.