Washington
Los seguidores más entusiastas de Donald Trump son blancos, no poseen estudios superiores, se sienten marginados en un Estados Unidos que atraviesa cambios, y se encuentran repartidos por todo el país sin necesariamente ser fieles a la ortodoxia conservadora.
La popularidad de Trump entre los republicanos supera cualquier nicho electoral y en las primarias que se disputan en el país logra atraer por lo menos un 37% de los votos: pobres y ricos, blancos y negros, jóvenes y viejos salen de sus casas para ir a votar por él.
De acuerdo con encuestas a boca de urna y diversos análisis, existe un contingente de estadounidenses inquietos e interesados en promover un candidato que, según creen, pueda restablecer el equilibrio económico.
El grupo demográfico específico en que Trump obtiene su mayor apoyo es de republicanos que no han llegado más allá de la educación secundaria tanto en el noreste (47% en New Hampshire) y el Sur (56% en Mississippi).
Esto no significa que Trump no reciba apoyo de graduados universitarios, pero pese a obtener un respaldo mayoritario en este grupo, los apoyos sen dividen en forma más equilibrada con otros candidatos.
Como el Partido Republicano es esencialmente un partido de ciudadanos blancos, la base de apoyo más importante para el millonario está entre electores blancos sin diplomar, ya que casi la mitad de ellos ha votado por Trump hasta ahora.
Analistas de diario The New York Times llegaron a establecer una relación entre el número de votos obtenidos por Trump entre habitantes de casas rodantes.
En las regiones que dependen más de la llamada 'vieja economía' (agricultura, construcción, industria, comercio), el electorado es más susceptible a votar por Trump, descubrieron esos analistas, en una tendencia que se extiende a los adultos desempleados.
El sentimiento de pérdida de su clase social figura de forma constante en las respuestas de los electores sobre su propia situación financiera.
El 15 de marzo, por ejemplo, uno de cada cinco encuestados afirmaba tener la impresión de "no poder salir" de esa situación, y la mitad de ellos votó por el magnate.
"Trump dice constantemente a los electores que su grandeza personal traerá prosperidad", escribieron los politólogos John Sides y Michael Tesler en un artículo publicado en The Washington Post. Ese mensaje, añadieron, "encuentra un fuerte eco" entre los estadounidenses que creen que no podrán prosperar por sí mismos.
Es difícil estimar el peso que las declaraciones contra la inmigración tienen en el éxito actual de Trump.
Su posición de cerrar las fronteras a los musulmanes es muy popular, no solo entre sus seguidores, sino en general entre los republicanos.
En general, han sido muy pocos los candidatos republicanos que desaprueban su plan de expulsar los 11 o 12 millones de inmigrantes clandestinos que se estima viven en Estados Unidos.
Pero los investigadores han destacado que Trump galvaniza en especial a los estadounidenses inquietos con la diversificación étnica del país, en especial con el marcado crecimiento de ciudadanos de origen hispano.
Según una encuesta realizada en enero, en la medida en que los electores dan más importancia a su "identidad blanca" o consideran que aumenta la discriminación contra blancos, más son susceptibles a votar por Trump.
En general, varias de las propuestas de Trump también contradicen la ideología conservadora sobre el papel del Estado.
Su visión del capitalismo es la de una economía en que un Estado fuerte regula los mercados para proteger a los trabajadores estadounidenses. Por eso, cuestiona el principio absoluto del libre cambio y amenaza a China y México con tarifas aduaneras.
También sugiere un papel fuerte del Estado para garantizar un sistema universal de salud e invertir en la envejecida infraestructura del país. En el pasado, Trump llegó a defender el derecho al aborto.
Los analistas Dan Hopkins y Diana Mutz siguen desde 2007 un grupo cerrado de electores estadounidenses. Según sus estudios, los actuales partidarios de Trump eran más favorables al aborto en 2007 que los que hpy apoyan al senador ultraconservador Ted Cruz.