Beirut. El gobierno sirio aseguró este sábado que Damasco cuenta con un cordón de seguridad inexpugnable ante la ofensiva de los rebeldes islamistas, quienes tomaron varias ciudades en poco más de diez días y aseguran estar a las puertas de la capital.
“Hay un cordón militar y de seguridad muy fuerte en las lindes de Damasco y de su zona rural”, declaró por televisión el ministro del Interior de Siria, Mohamed al Rahmun. “Nadie puede penetrar esta línea de defensa que nosotros, las fuerzas armadas, estamos levantando”, agregó.
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Por su parte, la presidencia siria desmintió reportes de que el gobernante Bashar al Asad había huido del país.
“Nuestras fuerzas han comenzado la fase final de cercar la capital, Damasco”, afirmó Hasan Abdel Ghani, comandante de la alianza liderada por el grupo islamista radical Hayat Tahrir al Sham (HTS), que lanzó esta fulgurante ofensiva, marcando un vuelco inesperado en la guerra civil iniciada en 2011.
La situación resulta difícil de verificar de forma independiente, aunque algunos colaboradores de AFP están en zonas controladas por los rebeldes. Sin embargo, la agencia no tiene reporteros en áreas cercanas a Damasco.
En un suburbio de Damasco, con mayoría drusa y cristiana, decenas de manifestantes derribaron una estatua de Hafez al Asad, padre y predecesor del actual mandatario, según informaron dos testigos por teléfono.
Medios locales captaron escenas similares en Daraa, al sur, y en Hama, en el centro del país.
“Nuestra alegría es indescriptible”, expresó Ghiath Suleiman, habitante de Hama, localidad tomada por los rebeldes el viernes. “Esperamos que todo sirio honorable pueda vivir estos momentos de felicidad de los que se nos ha privado desde nuestro nacimiento”, añadió.
Bashar al Asad asumió el poder en el año 2000, sucediendo a su padre, quien lideró el país desde 1971.
Evitar un “baño de sangre”
Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), las fuerzas gubernamentales perdieron el control de la provincia de Daraa, cuna del levantamiento de 2011, y evacuaron posiciones en Quneitra, cerca de los Altos del Golán, ocupados por Israel.
En Daraa, un corresponsal de esta agencia observó a miembros de grupos rebeldes custodiando edificios públicos.
Cerca de Homs, bombardeos realizados por las aviaciones del gobierno y de Rusia dejaron al menos siete civiles muertos el sábado, en un intento de frenar el avance rebelde hacia esta ciudad.
Desde que HTS y sus aliados lanzaron su ofensiva el 27 de septiembre, el gobierno ha perdido rápidamente el control de la segunda ciudad siria, Alepo, y de Hama, en el centro del país.
Esta ofensiva ya ha dejado al menos 826 muertos, incluyendo más de 100 civiles, según el OSDH. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) reporta además 370.000 desplazados en este periodo.
Las fuerzas de Asad, respaldadas por Rusia e Irán, no habían perdido tantas ciudades en un periodo tan corto desde el inicio de la guerra civil en 2011, la cual ha causado más de 500.000 muertes.
El enviado especial de la ONU para Siria, Geir Pedersen, instó a evitar “un baño de sangre” y a proteger a los civiles según el derecho humanitario internacional.
El canciller ruso, Serguéi Lavrov, calificó como “inadmisible” que el territorio sirio caiga en manos de “terroristas”.
Por su parte, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, cuyo país apoya a facciones aliadas de HTS, expresó su deseo de que Siria logre “la paz y la tranquilidad con las que sueña desde hace 13 años”.
El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó que su país no debe involucrarse en el conflicto.
“Fin de la tiranía”
En su avance, los rebeldes buscan calmar los temores de quienes viven en las áreas bajo su control.
“Pedimos que se sientan seguras todas las confesiones (...), porque la era del sectarismo y la tiranía se ha ido para siempre”, aseguró Abdel Ghani en un mensaje en Telegram.
El conflicto ha dividido a Siria en zonas de influencia respaldadas por potencias extranjeras.
Rusia, principal aliado del régimen, instó a sus ciudadanos a abandonar el país, al igual que Estados Unidos y Jordania.
Irán comenzó a evacuar a su personal militar y diplomático, según el New York Times.
El apoyo militar ruso, crucial para el régimen desde 2015, se ha reducido por la guerra en Ucrania. Irán y el movimiento islamista libanés Hezbolá, debilitado por su conflicto con Israel, han enviado refuerzos limitados.