Seúl
Cientos de ancianos coreanos compartieron este viernes durante unas horas en el monte Kumgang, Corea del Norte, sus primeros momentos de intimidad desde hace más de sesenta años, en un encuentro de familias separadas por la guerra salpicado con discursos de adoctrinamiento político.
Después de unos reencuentros conmovedores y para algunos traumáticos ante las cámaras de televisión, los ancianos fueron autorizados a retirarse durante tres horas a sus habitaciones.
Pese a la emoción que les embargaba y a la desgarradora perspectiva de la separación este sábado, los ancianos debían esforzarse por recuperar seis décadas de ausencia, añoranza y angustia.
Febriles, con la salud delicada y enfermos, los participantes se tocaban, abrazaban, pasaban sin cesar de la risa a las lágrimas, buscaban con la yema de los dedos o con la punta de los labios un consuelo ilusorio.
Un anciano surcoreano de 93 años descubrió el jueves por primera vez el rostro de su hijo, de 64, después de que la Guerra de Corea (1950-1953) lo separase de su esposa embarazada.
"Déjame abrazarte", dijo el padre entre sollozos.
Después de los encuentros privados, algunos participantes surcoreanos se quejaron de que sus familiares del norte se sentían obligados a impartir lecciones políticas basadas en la propaganda del régimen.
"Era un poco irritante a causa de sus comentarios políticos incesantes", señaló Choi Dong-Myung tras encontrarse con su hermana y su hermano.
Algunos ancianos del sur indicaron también que sus parientes norcoreanos afirmaban que la reunificación sólo sería posible tras la marcha de los soldados estadounidenses de territorio surcoreano.
Ésta es la primera reunión de familias coreanas separadas por la guerra de Corea desde 2010, y ha sido posible tras duras negociaciones entre las autoridades de Seúl y Pyongyang.
Corea del Norte acabó por dar su acuerdo aunque exigía la anulación previa de los ejercicios militares de Corea del Sur y Estados Unidos que deben empezar el próximo lunes.
Los participantes, seleccionados por sorteo informático, llevaron a sus familiares del norte regalos, medicamentos, fotos de familia y fideos instantáneos.
Los ancianos también comentaron las fotos de familia, tomadas antes de la partición de la península y después. Muchos de ellos se encontraron por primera vez con sus familiares del otro lado de la frontera.
La norcoreana Lee Jung-Sil acudió al encuentro con la esperanza de reunirse con su hermana mayor, Lee Young-Sil, de 87 años. Sin embargo, la anciana surcoreana no la reconoció a causa del Alzheimer.
"Hermana mayor, ¡soy yo! ¿Por qué no me escuchas?", gritaba Lee Sung-Sil.
De los 125.000 surcoreanos que se inscribieron desde 1988 para participar en este programa de reencuentro familiar, 57.000 fallecieron y muchos de los supervivientes ya no tienen fuerzas para emprender el viaje.
El domingo, 88 norcoreanos más se reunirán con 361 familiares llegados del sur para una segunda reunión prevista hasta el martes.