Moscú. El presidente ruso, Vladimir Putin, y su homólogo iraní, Masud Pezeshkian, manifestaron su respaldo “incondicional” al régimen sirio, según informó el Kremlin en un comunicado.
Ambos dirigentes destacaron la “importancia de coordinar los esfuerzos (...) con la participación de Turquía”, un país que apoya a facciones rebeldes, según el documento.
Mientras tanto, el presidente de Siria, Bashar al Asad, denunció este lunes un intento de “redibujar” el mapa de Oriente Medio. Esto se dio tras la ofensiva relámpago de grupos rebeldes que lograron arrebatar amplias zonas del norte del país a las fuerzas gubernamentales.
El régimen de Asad, aliado de Irán y Rusia, perdió por primera vez el control total de Alepo. Esta ciudad, con cerca de dos millones de habitantes, se encontraba bajo dominio gubernamental desde el inicio de la guerra civil en 2011.
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La segunda ciudad de Siria fue tomada por una coalición liderada por el grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS) y facciones rebeldes sirias, algunas de las cuales reciben respaldo de Turquía.
Aviones sirios y rusos respondieron con bombardeos en sectores controlados por estos grupos en la provincia de Idlib, al noroeste del país.
Ante esta ofensiva sorpresa, que inició el 27 de noviembre, Asad buscó el apoyo de sus aliados, Irán y Rusia.
Los enfrentamientos derivados de la ofensiva dejaron al menos 514 muertos, entre ellos 92 civiles, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH). Esta oenegé, con sede en el Reino Unido, cuenta con una extensa red de fuentes en el terreno.
Esta “escalada terrorista” busca “fragmentar la región, desmoronar sus Estados y redibujar el mapa” de Oriente Medio “según los intereses y objetivos de Estados Unidos y Occidente”, afirmó el presidente sirio durante una conversación con su par iraní.
‘No sabemos lo que va pasar’
“Estamos en la incertidumbre, no sabemos lo que va pasar”, dijo un habitante contactado desde Alepo, quien prefirió no revelar su nombre.
El lunes escuchó “un bombardeo, pero no disparos”, añadió. “Está bastante tranquilo” y el toque de queda impuesto por los rebeldes terminó a las 7 a. m., continuó.
Entre las 7 a. m. y las 10 a. m., las calles estaban vacías, describió. Luego hubo algo de actividad, pero “nadie fue importunado”. “Algunos milicianos dijeron a las chicas que se cubrieran con un velo”, agregó.
HTS y otras facciones rebeldes lanzaron su ofensiva desde la provincia de Idlib y tomaron decenas de localidades de esa zona y de la provincia de Alepo, excepto los barrios situados en el norte de la ciudad, habitados por los kurdos.
Más al sur, los rebeldes bombardearon el lunes con lanzacohetes la ciudad de Hama, controlada por el gobierno, donde murieron seis civiles, según el OSDH.
Los violentos episodios de los últimos días en Siria, los primeros de esta magnitud desde 2020, revivieron los temores de un recrudecimiento del conflicto en un país dividido en varias zonas de influencia y con enemigos apoyados por diferentes potencias regionales e internacionales.
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Tanto Turquía, fronteriza con Siria, como Irán, Rusia y Estados Unidos mantienen una presencia militar en el país, escenario de una guerra civil que comenzó tras la violenta represión de protestas pacíficas en 2011.
El conflicto, que involucró a potencias regionales y mundiales, así como a grupos yihadistas, dejó medio millón de muertos y millones de desplazados.
La ofensiva relámpago de la semana pasada coincidió con la entrada en vigor de un frágil alto el fuego en el vecino Líbano entre Israel y el movimiento islamista Hezbolá, un aliado de Asad e Irán debilitado tras dos meses de una guerra sin cuartel.
Fue gracias al apoyo militar de Rusia, Irán y Hezbolá que el régimen de Asad logró cambiar el rumbo de la guerra en 2015, al recuperar gran parte del territorio y Alepo en 2016.
Rusia, concentrada en el conflicto en Ucrania, afirmó el domingo que quiere ayudar a las fuerzas sirias para “hacer retroceder” a los rebeldes.
El noroeste de Siria se mantuvo en los últimos años en una calma precaria, posibilitada por un alto el fuego establecido tras una ofensiva del régimen en marzo de 2020, mediada por Rusia y Turquía.
Estados Unidos, Francia, Alemania y Reino Unido llamaron el domingo, en un comunicado, a la “desescalada” en Siria y a una “solución política” para poner fin a la violencia.
Washington, que tiene soldados desplegados en el norte de Siria, apoya a las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), dominadas por los kurdos, que combatieron al grupo yihadista Estado Islámico (EI) en el país.
El jefe de las FDS, Mazlum Abdi, anunció el lunes que trabajan para evacuar a civiles kurdos de varios sectores de la provincia de Alepo hacia “zonas seguras en el norte del país”, donde instauraron una administración autónoma.