Washington. El Servicio Secreto de Estados Unidos admitió este viernes una serie de fallas de seguridad al revisar su actuación en el frustrado intento de asesinato del expresidente Donald Trump durante un mitin en julio.
El atacante, Thomas Matthew Crooks, logró abrir fuego desde una azotea cercana a la tarima en el evento al aire libre celebrado por el candidato republicano, quien escapó por poco de la muerte.
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Trump, de 78 años, resultó herido en la oreja derecha.
La revisión “identificó deficiencias en la planificación avanzada y su implementación por parte del personal del Servicio Secreto”, informó Ronald Rowe, director interino del organismo encargado de la seguridad de altos dignatarios estadounidenses, en una rueda de prensa.
“Si bien algunos miembros del equipo de avanzada fueron muy diligentes, hubo negligencia por parte de otros, lo que llevó a una violación de los protocolos de seguridad”, señaló.
Entre las fallas identificadas por Rowe se encuentran la mala comunicación con las autoridades locales, una “dependencia excesiva” de los dispositivos móviles “que resultó en el almacenamiento de información” y problemas en la línea de visión, que “fueron reconocidos pero no mitigados adecuadamente”.
“Aproximadamente a las 18:10, hora local, mediante una llamada telefónica, la sala de seguridad del Servicio Secreto contactó al agente de respuesta de contrafrancotiradores, quien reportó a un individuo en el techo del edificio de la AGR”, explicó Rowe. “Esa información vital no fue transmitida a través de la red de radio del Servicio Secreto”.
Dos asistentes al acto de campaña de Trump en Butler, Pensilvania, resultaron heridos por los disparos, y un tercero, el bombero Corey Comperatore, de 50 años, falleció posteriormente.
Crooks fue abatido por personal del Servicio Secreto.
La directora del Servicio Secreto, Kimberly Cheatle, dimitió tras el incidente y reconoció que se trató del “mayor fracaso operativo del Servicio Secreto en décadas”.