Este brote de violencia, el más sangriento desde la entrada en funciones del gobierno de Hamás a finales de marzo, surge en momentos en que las dos facciones no logran ponerse de acuerdo sobre la formación de un gabinete de unión nacional, que permita zanjar la crisis política y financiera.
Como reacción a estos disturbios, cientos de manifestantes prendieron fuego a la sede del gobierno palestino en la localidad de Ramala y a los locales aledaños tras haber saqueado las oficinas del grupo parlamentario de Hamás.
El centro de Gaza vivió varias horas de batalla campal, con participación de policías y la seguridad preventiva, leales al partido Fatá, del presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abas.
Los funcionarios de la Autoridad Palestina, próximos a Fatá, están en huelga desde el 2 de setiembre para exigir el pago de sus sueldos, pues la AP dejó de recibir dineros habituales del exterior.