Los equipos de desescombro aceleraban ayer sus labores en el área devastada por el terremoto del viernes 26 en Irán, en medio de temores por epidemias.
Mientras tanto, se multiplican los llamados de más ayuda internacional para los supervivientes.
Las autoridades iraníes anunciaron que han sido enterrados ya unos 30.000 cadáveres, en su mayoría en fosas comunes, mientras que fuentes oficiales no descartan que miles sigan bajo los cascotes en la ciudad de Bam y sus alrededores, en el sureste del país.
La mayoría de los grupos de salvamento dejaron ya de buscar a más supervivientes, seis días después del sismo de 6,3 grados en la escala de Richter, el que más víctimas mortales ha causado desde 1990 en Irán.
Según varios socorristas, transcurridas más de 72 horas después de un desastre de esta naturaleza es poco probable encontrar a alguien más con vida.
Las duras condiciones climatológicas y el tipo de construcciones en Bam, la mayoría de ladrillo de barro cocido, dificultaron las operaciones de rescate.
Cuatro sobrevivientes
Las últimas personas rescatadas el martes con vida fueron dos hombres y dos mujeres de una misma familia, en la localidad de Baravad, en las afueras de Bam.
El terremoto destruyó cerca del 90 por ciento de las viviendas de Bam (según cálculos de la ONU) y dejó sin hogar a decenas de miles de habitantes de la ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y situada a unos 1.000 km de Teherán.
De acuerdo con fuentes oficiales en la zona, los esfuerzos ahora se concentran en buscar más cadáveres entre los escombros y en acelerar la entrega de ayuda humanitaria a los supervivientes y los damnificados.
El ejército y la defensa civil cooperan con especialistas extranjeros en las operaciones de desescombro, mientras voluntarios locales y religiosos enviados de la ciudad santa de Qom supervisan el entierro de cadáveres.
Para evitar el riesgo de epidemias los equipos de socorro rocían los cuerpos con desinfectantes; los médicos vacunan a los supervivientes, sobre todo niños.
Las autoridades impiden al público el acceso a Bam, y solo los equipos de socorro y ayuda humanitaria pueden entrar a la ciudad.