Kabul. Al menos 21 personas murieron y 33 resultaron heridas en un atentado con explosivos en una mezquita repleta de fieles en la capital de Afganistán, Kabul, según un nuevo balance divulgado este jueves por la policía.
“Ayer (miércoles) se produjo una explosión en una mezquita... durante la oración de la tarde. Como resultado, 21 de nuestros ciudadanos fueron martirizados y 33 resultaron heridos”, dijo el portavoz de la policía de Kabul, Khalid Zadran, en un comunicado.
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“La explosión fue causada por explosivos colocados en el interior de la mezquita”, indicó el portavoz a AFP. Todavía ningún grupo reivindicó el ataque. “Era mi primo (...) Había pasado un año desde su matrimonio, tenía 27 años y se llamaba Fardin... era una buena persona”, dijo un hombre que se identificó como Masiullah, al contar de la muerte de un pariente en la explosión.
La oenegé italiana Emergency, que opera un hospital en Kabul, afirmó que recibió a un total de 35 personas víctimas de la explosión, de las cuales tres murieron. “La mayoría de pacientes que hemos recibido tras la explosión en la mezquita sufren heridas de metralla y quemaduras. Operamos toda la noche. Había nueve niños entre las personas que recibimos”, precisó en un comunicado el director nacional de la oenegé, Stefano Sozza.
La misión de Naciones Unidas en Afganistán lamentó en Twitter que “la seguridad se deteriora” en el país y lamentó que ha habido “una serie inquietante de atentados con bombas que han matado y herido a más de 250 personas en las últimas semanas, el mayor número mensual de víctimas civiles en un año”.
La mezquita que fue blanco de los ataques se encuentra en el distrito sunita del noroeste de Kabul, y también tiene una escuela coránica. El edificio estaba rodeado este jueves por talibanes armados, también presentes en las calles circundantes, controlando el acceso, observaron periodistas de AFP.
EI, un desafío para los talibanes
Hace una semana, un atacante suicida hizo detonar una bomba dentro de una madrasa en Kabul, matando a un alto clérigo talibán, Rahimullah Haqqani, y su hermano. El religioso era conocido sobre todo por sus discursos encendidos contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI), que reivindicó el atentado.
Aunque la toma del poder de los talibanes hace un año ha disminuido la violencia en Afganistán, el país sufre regularmente ataques. En agosto se produjeron varios ataques mortíferos y una serie de atentados con bombas, sobre todo a fines de abril, durante el mes sagrado de ramadán, y a fines de mayo, en los que murieron decenas de personas.
La mayoría de los ataques son reivindicados por el EI, habitualmente dirigidos a minorías como los chiitas, los sufíes o los sijes, pero también contra los talibanes. El jefe supremo de los talibanes, Hibatullah Akhundzada, que no suele aparecer en público, condenó los atentados este jueves, durante un discurso ante unos 2.000 responsables religiosos en Kandahar, cuna y centro de decisión del movimiento islamista.
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La reunión se organizó con motivo del primer aniversario de su regreso al poder en Afganistán, un año marcado por un fuerte retroceso en los derechos de las mujeres y una profunda crisis humanitaria y económica. Según un comunicado del grupo, Akhundzada declaró que los talibanes están “preparados para luchar una vez más” contra Estados Unidos para obtener el derecho a aplicar su estricta interpretación de la sharia (ley islámica).
También subrayó la necesidad de unidad, en un contexto de tensiones entre los talibanes sobre la necesidad de lograr reconocimiento internacional. Ningún país ha establecido relaciones formales con el gobierno talibán, que llegó al poder en agosto de 2021. La reapertura de los centros de secundaria para las chicas —cerrados desde marzo— también genera divergencias.