La cumbre en Minsk dio frutos. Al menos por ahora, los mandatarios Vladimir Putin, de Rusia, y el ucraniano, Petro Poroshenko, pactaron un cese del fuego, con el respaldo diplomático de la canciller alemana, Ángela Merkel, y el presidente francés, François Hollande.
Para el analista internacional Carlos Murillo, el alto el fuego es un respiro que podría significar el inicio del camino a la paz definitiva . Asimismo, plantea los retos del acuerdo y esboza el papel de los líderes políticos. Esta es la conversación:
¿Cuáles son las posibilidades de que el acuerdo de Minsk se pueda implementar? ¿De qué depende que funcione?
Las partes dieron un paso importante, un gran avance, pero la implementación del acuerdo dependerá de la confianza que tengan en el ámbito interno las dos partes, tanto el Gobierno como los separatistas, de que el otro está actuando de buena fe y va a cumplir. En el ámbito externo pasa lo mismo, que tanto Merkel como Putin sientan que el otro está actuando bien.
¿Cuáles podrían ser los potenciales obstáculos para implementar el acuerdo?
Hay actores que, dentro de Ucrania, no están bajo el control de Moscú, y en el caso del sector oficial del Gobierno ucraniano, algunos grupos no quieren una solución pacífica, porque eso pondría en una posición de subordinación a Ucrania bajo Rusia.
¿Ve algún ganador?
El principal ganador es el mundo, porque estoy convencido de que si no se finaliza el conflicto armando en Ucrania, ese sería el punto de estallido de una tercera guerra mundial.
¿Cuál es el papel de Putin, Poroshenko, Merkel y Hollande en en el proceso de negociación?
De los cuatro, hay dos protagonistas que serían Putin y Merkel que responden a esa relación histórica entre Alemania y Rusia como una fractura geopolítica en Europa. Ambos están demostrando que tienen suficiente poder para imponer sus puntos de vista. Mientras, Hollande es una especie de testigo de honor del proceso y el presidente ucraniano, quien, a pesar de ser el que debe conducir el proceso, no tiene la legitimidad necesaria.
¿Ucrania se está dirigiendo a una inevitable reconfiguración?
La Ucrania que conocimos desde 1990 no existe. Pensar en esa Ucrania es imposible, aunque no se separen las regiones, no volverán a tener el mismo estatus.