Berlín. AFP. La política de apertura a los migrantes le está pasando factura a la canciller alemana, Ángela Merkel, con una popularidad a la baja y cada vez más críticas dentro de su propio partido.
Con 64% de alemanes deseosos de que Merkel “desempeñe en el futuro un papel importante”, el porcentaje haría palidecer de envidia a muchos dirigentes occidentales.
Sin embargo, el dato es cinco puntos inferior al de la encuesta precedente de junio, según e l semanario Der Spiegel , publicado este lunes.
En el último barómetro político de la cadena pública ZDF, la jefa de Gobierno se encuentra en su nivel más bajo de popularidad desde el inicio de su tercer mandato, en el 2013, y se sitúa en cuarto lugar entre los políticos alemanes.
A esta pérdida de popularidad se añaden las críticas de su propio partido contra la idea, defendida por la canciller, de no limitar la acogida de migrantes en Alemania, donde este año se esperan entre 800.000 y un millón de demandantes de asilo.
Mamá Merkel. En un primer momento fueron los bávaros de la CSU (Unión Cristiana Social), más derechista, los que expresaron sus reservas ante la política migratoria de la canciller, que le ha valido el sobrenombre de mamá Merkel entre los expatriados sirios que huyen de la guerra civil en su país.
Pero ahora empiezan a multiplicarse las críticas entre los mandos de la Unión Cristiana Demócrata (CDU), el partido que Merkel mantiene en el poder desde hace una década.
“La vida no se ha vuelto más fácil con las posiciones tomadas por la canciller”, dijo Erika Steinbach, portavoz del grupo parlamentario CDU-CSU para los derechos humanos.
En un documento interno de la CDU citado por el diario Handelsblatt , varios diputados destacan como un peligro la negativa de Merkel de restringir la llegada de migrantes a Alemania.
Límites. “La invitación a todos los refugiados de este mundo para que vengan a Alemania puede sobrecargar nuestro país y nuestra sociedad”, dijeron estos diputados, quienes advierten de los “límites” a la capacidad de acogida.
Incluso el presidente de la República, Joachim Gauck, declaró que Alemania no puede acoger a todo el mundo.
“Tenemos un gran corazón, pero nuestras capacidades son limitadas”, recalcó.
Así, pues, la prensa y los expertos se preguntan ya si todo esto no podría amenazar a medio plazo el poder de la canciller, quien desde su primera elección en el 2005 ha sabido capear todas las tormentas políticas.
“¿Puede ser que Merkel, en el cenit de su poder, haya programado su propia caída, su pérdida del poder?”, se preguntó el semanario Die Zeit .
Precisamente, en el círculo de Ángela Merkel el discurso parece estar ajustándose. Tras insistir en el deber moral de acoger a víctimas de la guerra, se está incidiendo cada vez más en el deber de integración de los migrantes y en la expulsión de quienes llegan solo por razones económicas.
“No es la Alemania liberal la que debe cambiar, sino algunos inmigrantes. Necesitamos una especie de contrato de integración, como el que existe por ejemplo en Canadá, porque quien tiene derechos también tiene deberes”, destacó este lunes en una entrevista al Bild Julia Klöckner, una vicepresidenta de la CDU y cercana a la canciller.
Klöckner mencionó en ese sentido la posibilidad de “reducir las ayudas si no se respeta el contrato” de integración.
En las columnas del diario Rheinische Post, el diputado Günter Krings pronosticaba un endurecimiento del discurso de la canciller.
“Al mensaje de la misericordia se añade el mensaje de que no podemos acoger a todos los refugiados que llegan a Europa, y eso lo sabe también Ángela Merkel”, dijo el diputado.
“En las próximas semanas se darán esos dos mensajes (...) y ahí ella no necesita nuestra ayuda”, añade.