Siria. Las fuerzas sirias y rusas continuan presionando al enclave rebelde de Guta Oriental este jueves, mientras que la ayuda humanitaria no llega pese a la tregua establecida.
Más de 40 camiones con ayuda esperaban para entrar en el enclave asediado, donde viven 400.000 personas, lo que llevó a la ONU a reclamar de nuevo un alto el fuego en la zona.
La “pausa” humanitaria de cinco horas anunciada el lunes por Moscú condujo a una disminución de los bombardeos, que mataron a cientos de personas desde el 18 de febrero.
Pero el corredor humanitario instaurado por Rusia para que los civiles puedan evacuar la zona seguía ostensiblemente vacío este jueves por tercer día consecutivo, mientras la desconfianza reinaba a ambos lados.
Pareja evacuada
Los únicos civiles que lograron abandonar Guta Oriental esta semana fueron una pareja de paquistaníes, según la Media Luna Roja.
La fuerza aérea siria realizó un bombardeo este jueves antes de las 9 a. m. (hora local), cuando empezó la “tregua”, y mató a siete civiles, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
Según la misma fuente, 611 civiles, incluyendo cerca de 150 niños, han perdido la vida hasta la fecha, y unos 2.000 han resultado heridos.
Además, los combates terrestres seguían su curso en al-Shaifuniyah, al noreste del enclave, muy destruido en los últimos días.
“Prácticamente no hay vida allí, la zona está completamente destruida y los civiles están enterrados bajo los escombros”, declaró a la AFP Siraj Mahmud, vocero de los rescatistas de los Cascos Blancos, que operan en zonas rebeldes.
En Hazeh, una localidad de Guta Oriental, un bombardeo destruyó parte de un edificio el 20 de febrero, en cuyo sótano se habían refugiado 21 personas.
“Dejé a mi hija en el subsuelo con su marido y su hija”, explicó Abu Mohamed, de 60 años. “Volví al día siguiente, encontré el edificio derruido y todavía no he encontrado a mi hija”.
De momento, los rescatistas lograron retirar seis cuerpos.
Según Naciones Unidas, tres cuartas partes de las viviendas del enclave rebelde han quedado dañadas, mientras que cientos de civiles heridos o enfermos necesitan ser urgentemente evacuados.
Los cerca de 400.000 habitantes de la zona tratan de sobrevivir pese a la escasez alimentaria y de medicamentos, fruto de un asedio asfixiante impuesto por el régimen.
La ONU y las organizaciones humanitarias aseguraron que cinco horas era demasiado poco tiempo para hacer llegar la ayuda.
”¿Cuándo se aplicará su resolución?”, lanzó el miércoles el secretario general adjunto para asuntos humanitarios de la ONU, Mark Lowcock, interpelando a los miembros del Consejo de Seguridad, en alusión a la resolución que el Consejo aprobó el pasado sábado exigiendo un alto el fuego.
El régimen y Rusia acusan a las facciones rebeldes que controlan el enclave del actual estancamiento humanitario y de que los civiles no puedan salir de la zona empleando el corredor humanitario.
Pero los insurgentes rechazan estas acusaciones y aseguran que los habitantes temen dejar el enclave y acabar en manos del régimen.
En el paso de al-Wafidin, los corresponsales de la AFP no vieron ningún movimiento el jueves.
El miércoles, una pareja de ancianos paquistaníes lo utilizó para salir del enclave. “Es la única evacuación que ha tenido lugar”, afirmó a la AFP Rami Abdel Rahman, subrayando que esta no se debía a la tregua rusa, sino que era el resultado de “negociaciones dirigidas desde hace tiempo por la embajada paquistaní”.
Mohamad Fadl Akram, de 73 años, tuvo que dejar a sus cinco hijos y sus 12 nietos en el enclave rebelde. “Que Dios los proteja, no quiero nada más”.
El régimen, apoyado militarmente por Rusia, intenta recuperar desde el 2015 el enclave rebelde, área de lanzamiento de obuses contra Damasco.
En casi siete años, la guerra en Siria, desencadenada por la dura represión del régimen de Bashar Al Asad de unas manifestaciones prodemocracia, ha dejado más de 340.000 muertos y millones de desplazados.