Barcelona. AFP. Los independentistas catalanes apuraron ayer sus esfuerzos para lograr hoy una alta participación en el voto simbólico del 9-N , mientras el jefe del Gobierno español, Mariano Rajoy, restaba importancia a esta jornada histórica para el nacionalismo.
En una entrevista en la televisión pública catalana, el presidente regional Artur Mas auguró que hoy será “un gran día de la democracia” y, cuestionado sobre un eventual bloqueo de la fiscalía o la policía, advirtió que “cualquier actuación fuera de lugar sería un ataque directo a la democracia”.
Opuesto a un plebiscito sobre la independencia de esta región del noreste de España, el Gobierno español recurrió en dos ocasiones su convocatoria ante el Tribunal Constitucional, quien lo suspendió mientras decide sobre su legalidad.
Sin embargo, Mas hizo caso omiso de esta decisión y, aunque dejó el dispositivo de votación en manos de casi 41.000 voluntarios, aseguró que será su ejecutivo quien realice el recuento de papeletas y anuncie los resultados, previstos para el lunes.
Además, las urnas fueron instaladas en escuelas e institutos públicos, algo que ayer estaba siendo investigado por la fiscalía catalana por un posible incumplimiento de la suspensión del Tribunal Constitucional, informó una fuente judicial.
Pugna. Tras una semana tensa entre Madrid y Barcelona, con cruces de acusaciones y amenazas, Rajoy pareció ayer resignarse a que la consulta se celebre pese a las múltiples advertencias de no infringir la legalidad.
“Lo de mañana se le podrá llamar como se le quiera llamar, pero ni es un referendo, ni es una consulta, ni es nada que se le parezca, y no voy a calificarla; lo que sí quiero decir es que no produce efecto alguno”, dijo Rajoy ante los militantes de su conservador Partido Popular (PP) en Cáceres, en el oeste del país.
Esta semana, su ejecutivo abrió una puerta para permitir la votación, como acto de “libertad de expresión”, siempre que el gobierno de Mas no participara.
Esta distensión podría explicarse por unas negociaciones dadas a conocer ayer por El Periódico de Catalunya entre los dos grandes partidos españoles, PP y PSOE, y la coalición Convergencia i Unió (CiU) de Mas.
“Ha habido conversaciones y con estas conversaciones se suavizan los pinchos”, confirmó a una radio catalana Joan Rigol, un veterano miembro de CiU que participó en estos contactos.
Empeñados en convertirlo en una jornada histórica, los independentistas apuraron sus esfuerzos para conseguir una alta movilización ciudadana.
Ayer, día habitualmente reservado a la reflexión en las elecciones en España, la campaña siguió con paradas informativas en la calle y actos de los partidos políticos de norte a sur de la región.
“Llamad a vuestros familiares, amigos y vecinos y decidles que el domingo tenemos que ir a votar”, lanzó el viernes una de las líderes independentistas, Muriel Casal, ante miles de personas reunidas para un mítin final.
Los contrarios a la independencia insistieron en no participar y reclamaron a Madrid frenar una votación que consideran ilegal y antidemocrática, por cuanto no dispone de censo previo ni de junta electoral, y está organizada por voluntarios en general afines al movimiento.