Hamburgo
Los presidentes Vladimir Putin y Donald Trump se reunieron por primera vez ayer, al margen de la cumbre del G20 de Hamburgo, con varios temas que generan fricción, desde Siria a Ucrania pasando por la supuesta injerencia rusa en la elección presidencial estadounidense.
Las relaciones entre los dos países se encuentran incluso en un muy mal momento, lejos de las promesas de tiempos mejores que Trump hizo durante la campaña electoral del año anterior.
Los dos dirigentes trataron en un primer momento un asunto espinoso para Donald Trump, afectado por unas acusaciones de colusión entre Rusia y miembros de su equipo de campaña.
Tuvieron un diálogo "muy enérgico", manifestó el secretario de Estado, Rex Tillerson. Según Moscú, Donald Trump finalmente "aceptó" las explicaciones de Putin, quien niega cualquier interferencia en las elecciones.
Sin embargo, el presidente estadounidense había admitido la víspera, en Varsovia, que Rusia habría podido interferir en los comicios.
Se han abierto varias investigaciones, una de las cuales es de la Oficina Federal Investigaciones (FBI), sobre los presuntos vínculos entre la campaña de Trump y el Kremlin.
Donald Trump enfadó a Moscú al ordenar la primera respuesta militar estadounidense contra el régimen sirio, aliado de Moscú, después de un ataque con armas químicas el 4 de abril atribuido a las fuerzas de Bashar al-Asad.
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Trump estimó entonces como "posible" que los rusos estuvieran informados del ataque y trató al gobernante sirio de "carnicero". Prometió represalias en caso de nuevos ataques con armas químicas.
El derribo de un avión sirio por la aviación de guerra estadounidense, el 18 de junio, calificado como "agresión" por Rusia, desmejoró la relación.
Washington explicó entonces que el aparato sirio amenazaba a la fuerza kurdo-árabe que combate en el terreno al grupo Estado Islámico.
Nueva tregua en Siria
En este volátil contexto, ambos países acordaron el viernes en Ammán que el domingo se decrete un alto el fuego en una zona de desescalada demarcada por Rusia en el suroeste de Siria.
Washington sigue acusando a Rusia de apoyar a los rebeldes separatistas en el este de Ucrania y aprobó nuevas sanciones el 20 de junio contra Moscú.
Sin embargo, el Kremlin desmiente todo apoyo militar a los rebeldes ucranianos y afirmó que esas sanciones podían ser consideradas como proteccionismo oculto.
Donald Trump prometió una respuesta "bastante dura" luego del primer disparo el martes por Corea del Norte de un misil balístico intercontinental, capaz de alcanzar Alaska según expertos, y reclama nuevas sanciones contra Pionyang.
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Estados Unidos quiere imponer una nueva serie de sanciones contra el régimen norcoreano y no descarta recurrir a la acción militar para defenderse.
Rusia, no obstante, advirtió de que se oponía a esos castigos y Vladimir Putin instó el viernes a "guardar la sangre fría" en esta crisis.
Moscú considera que toda ampliación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) es un signo de agresión y denuncia constantemente la política de "contención" de la Alianza Atlántica en dirección de Rusia. En varias ocasiones Moscú estimó que el despliegue de cada vez más tropas de miembros en los países bálticos, en la frontera rusa, alteraba el equilibrio de fuerzas.
Por su parte, Trump instó a la OTAN a concentrarse en "las amenazas de Rusia" en una cumbre de la Alianza a finales de mayo, en Bruselas.