Madrid. AFP, AP y EFE. Muy golpeada por escándalos que han salpicado a sus miembros, la Corona española cambiará de cabeza pronto, luego de que el rey Juan Carlos anunció ayer su abdicación del trono en favor de su hijo, el príncipe Felipe de Borbón, en busca de recobrar el brillo perdido.
El anuncio, adelantado por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y confirmado más tarde por el propio monarca, se conoció en un momento en que el país sufre todavía los efectos de una grave crisis económica y cuando crece la desconfianza ciudadana en relación con las instituciones democráticas vigentes.
Luego de casi 39 años de reinado, Juan Carlos, de 76 años, dijo en un mensaje a sus conciudadanos que cede el testigo a una nueva generación “más joven, con nuevas energías, decidida a emprender con determinación las transformaciones y reformas que la coyuntura actual está demandando”.
El rey, coronado a los 37 años el 22 de noviembre de 1975 tras la muerte del dictador Francisco Franco, construyó su popularidad al dirigir con mano firme la Transición de España a la democracia.
Sin embargo, en los últimos tiempos se vio sacudido por frecuentes problemas de salud y por varios escándalos, encabezados por la investigación por presunta corrupción a su yerno Iñaki Urdangarín, que alcanzó a su hija menor, la infanta Cristina .
“He decidido poner fin a mi reinado y abdicar la Corona de España”, anunció en un discurso en el cual aludió a “la larga y profunda crisis económica” que sufre el país y durante la cual vio descender su popularidad.
El príncipe Felipe, de 46 años, que, junto con su esposa, Letizia, logró mantenerse al margen de los escándalos y vio subir su popularidad al tiempo que caía la de su padre, será nombrado el sucesor con el nombre de Felipe VI en un lapso que puede llevar entre tres y seis semanas.
Estabilidad y ajustes. “Mi hijo Felipe, heredero de la Corona, encarna la estabilidad”, expresó, al tiempo que destacó la “madurez y la preparación” de su sucesor e insistió en la necesidad de emprender reformas que permitan “abrir una nueva etapa de esperanza”.
Mensajes de cambio que, según analistas, responden a los desafíos que la crisis económica ha abierto en España, donde gran parte de la sociedad considera que el modelo institucional surgido durante la Transición está agotado.
Ayer mismo, millares de españoles se congregaron en la Puerta del Sol, en Madrid, para reclamar el fin de la monarquía y un referendo que permita a la población decidir si quiere seguir con ella u optar por una república.
Pero no parece que el orden monárquico corra peligro, ya que los principales partidos del país –el Popular y el Socialista– siguen apoyando el sistema político forjado tras el fin de la Dictadura.
Las reacciones a la abdicación fueron mayoritariamente elogiosas, con el agradecimiento de políticos, empresarios y gente de la cultura, pero también de anónimos usuarios en las redes sociales.
La renuncia, aparte de tener lugar después de varios años de crisis, ocurre en un contexto de distanciamiento de los ciudadanos respecto a los políticos tradicionales, situación que quedó en evidencia en las últimas elecciones al Parlamento Europeo cuando la gente castigó fuertemente a socialistas y populares por parejo.