Estambul
El golpe fallido del 15 de julio y la purga posterior han dejado al ejército turco debilitado y herido, en un momento en que tiene dos frentes abiertos: la guerra contra los rebeldes kurdos y la lucha contra la organización yihadista Estado Islámico (EI).
Su futuro será decidido, en parte, este jueves durante un consejo militar supremo en Ankara.
Con 750.000 soldados, mayoritariamente reclutas, es la segunda fuerza de la OTAN. Hasta 2010, la Constitución lo señalaba como “guardián de la República turca” y de su laicidad, aunque ese prestigio ya forma parte del pasado: casi un tercio de sus generales (123) están detenidos, una purga sin precedentes.
Dos generales que servían en Afganistán, y un exgobernador de Estambul fueron detenidos este martes en Dubai.
Los dos generales se encontraban de camino a Turquía, donde debían ser interrogados al igual que una conocida periodista, detenida de madrugada en un control de carretera al oeste del país y que deberá comparecer en Estambul para saber si se confirma su detención.
Más de 13.000 personas del Ejército, la magistratura y otras instituciones han sido detenidas, y decenas de miles suspendidas de sus empleos en ámbitos como la educación, sanidad, alcaldías y la aerolínea nacional turca.
Seguridad regional. Para Sinan Ülgen, presidente del Centro para los Estudios Económicos y de Política Exterior de Estambul (EDAM), “el golpe de Estado abortado tendrá consecuencias sobre la capacidad de Turquía de contribuir a la seguridad regional: la moral y la cohesión del ejército se verán inevitablemente afectadas”.
Además, una “confianza debilitada” hará “particularmente problemática la cooperación entre el ejército, la policía y los servicios de inteligencia”, señalaba Ülgen en un análisis reciente.
Los estadounidenses han debido recurrir a sus generadores en la base de Incirlik, desde donde despegan desde 2015 sus bombarderos para atacar a los yihadistas en Siria: los turcos habían cortado la electricidad. La base ha sido un foco de la sublevación contra Erdogan y su comandante, el general Bekir Ercan, fue detenido.
Pese a ello, para Stephen Biddle, del Council on Foreign Relations con sede en Washington (CFR), Incirlik “no es determinante en la campaña contra el EI: tan solo hace que los bombardeos salgan menos caros y sean más eficaces”, pero otras bases podrían cumplir esa función.
Más preocupante es la (falta de) determinación de Ankara a la hora de controlar sus fronteras, ya que de ella depende “la capacidad del grupo Estado Islámico para financiarse a través de la exportación y el contrabando, y para recibir combatientes extranjeros”, opina Biddle.
Turquía no puso demasiado interés en vigilar su frontera hasta que no se convirtió en objetivo del EI y si la vigilancia baja, ello “tendría consecuencias mucho más negativas que la pérdida de bases” militares, advierte el experto.
Las hostilidades en el sudeste del país contra el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) se reanudaron hace un año, y han costado la vida de medio millar de efectivos de las fuerzas de seguridad turcas. Ankara deberá reemplazar al hasta ahora responsable de la guerra contra los kurdos, el general Adem Huduti, que actualmente duerme entre rejas.
Pese a ello, “la mayor parte de los combates eran asumidos por la gendarmería”, relativiza Bulent Aliriza del Center for Strategic & International Studies (CSIS) y este cuerpo va a pasar de ser tutelado por Defensa a ser competencia de Interior. Aún “es pronto” para predecir las consecuencias, según Aliriza.
La respuesta del gobierno turco al golpe suscita “interrogantes sobre la fiabilidad de Turquía como aliado”, considera Marc Pierini, exembajador de la UE en Ankara y analista de Carnegie Europe.
Mientras que numerosos interlocutores habituales de los estadounidenses y de las fuerzas de la OTAN están hoy detenidos, existe también el problema de las cabezas nucleares almacenadas en Incirlic.
Al mismo tiempo, Occidente ve con preocupación el acercamiento repentino, tras meses de tensión, entre Ankara y Moscú.
Para Bruno Tertrais, de la Fundación para la Investigación Estratégica (FRS) de París, una ruptura con la OTAN “no beneficiaría a Turquía, pero Erdogan es capaz de tomar decisiones poco racionales”.