Los papas Juan XXIII y Juan Pablo II fueron proclamados este 27 de abril santos en una ceremonia histórica y multitudinaria.
Con la fórmula pronunciada en latín, Francisco pidió que se inscribiese a los dos papas en el libro de los santos y un fuerte aplauso se oyó en San Pedro y en las plazas de Roma donde se seguía la ceremonia, que evitó la lluvia.
Fue también el día histórico de los “cuatro papas” ya que además de que Francisco proclamó santos a Karol Wojtyla y Angelo Roncalli, con los cardenales presentes, a la izquierda del altar, estuvo el papa emérito Benedicto XVI, a quien el papa argentino abrazó antes de comenzar la misa.
“Juan XXIII y Juan Pablo II colaboraron con el Espíritu Santo para restaurar y actualizar la Iglesia según su fisionomía originaria, la fisionomía que le dieron los santos a lo largo de los siglos”, explicó Francisco en su homilía.
El papa argentino comenzó la misa comentando el episodio bíblico sobre Santo Tomas que toca las llagas de Jesús resucitado.
El pontífice argentino subrayó que Wojtyla y Roncalli tuvieron el valor de mirar las heridas de Jesús, de tocar sus manos llagadas y su costado traspasado.
Para el papa Jorge Bergoglio, en estos dos hombres contemplativos de las llagas de Cristo y testigos de su misericordia había una esperanza viva, junto a un gozo inefable y radiante.
Una esperanza y un gozo, que los dos papas santos recibieron como un don del Señor resucitado, y que a su vez dieron abundantemente al Pueblo de Dios, recibiendo de él un reconocimiento eterno.
Sobre la personalidad de ambos santos, Francisco explicó que convocando el Concilio Vaticano II (1962) Juan XXIII demostró una delicada docilidad al Espíritu Santo. “Se dejó conducir y fue para la Iglesia un pastor, un guía-guiado. Éste fue su gran servicio a la Iglesia; fue el Papa de la docilidad al Espíritu”, dijo.
Mientras que al pontífice polaco lo definió como “el papa de la familia”.
“Él mismo, una vez, dijo que así le habría gustado ser recordado, como el papa de la familia. Me gusta subrayarlo ahora que estamos viviendo un camino sinodal sobre la familia y con las familias, un camino que él, desde el Cielo, ciertamente acompaña y sostiene”, agregó.
El papa terminó la ceremonia saludando al papa emérito, a quien estrechó las manos.