Atenas
Luego de siete años de crisis, Grecia empieza a levantar cabeza con su retorno a los mercados, la vuelta del crecimiento y un nuevo año récord para el turismo, pero el reverso de la moneda es una creciente precarización laboral que afecta sobre todo a los jóvenes.
Markos Markakis, de 28 años, tuvo siete pequeños empleos después de cuatro años de estudios, antes de hallar un contrato permanente en Atenas. Ahora trabaja mucho más que las ocho horas legales diarias y no gana más que el salario mínimo de 684 euros brutos.
"Estoy contento de haber encontrado trabajo, pero empiezo a las 10:30 y no paro hasta la noche, a veces a las 02:00 de la madrugada. No tengo vida fuera de la oficina", relata.
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Grecia, tal como constatan las agencias financieras, esboza una recuperación tras siete años de recesión.
En julio, el país volvió a los mercados, luego de tres años de ausencia. Además, el crecimiento debería estar de vuelta este año 2017, con al menos un aumento del 2% del PIB.
"El camino es aún largo, pero podemos ser optimistas", comentó recientemente el primer ministro Alexis Tsipras.
El desempleo, que llegó a un máximo en 2013 (27,8%) retrocede lentamente, pero con 21,7% en mayo, sigue siendo el más elevado de la zona euro.
Los jóvenes son los más afectados con un índice de desempleo del 44,4% para aquellos entre 15 y 24 años y del 27,9% entre 25 y 34 años, según Elstat, la autoridad de estadísticas.
Para sobrevivir, los desempleados aceptan a menudo trabajos de muy baja calidad.
En un cervecería de Atenas, Yannis K., de 22 años y que no quiere dar su nombre completo, trabaja cada día sin parar desde las siete de la noche hasta las cuatro de la madrugada, solamente con uno o dos días de descanso por mes.
"Cada mañana me voy con 30 euros, de manera que estoy contento, y si mi jefe me pagara la mitad, yo lo aceptaría. Si dices no a un trabajo, sabes que es muy posible que no encuentres otro, y eso es lo que te da miedo", explica.
"Estos últimos años hay un súbito aumento del trabajo a tiempo parcial (menos de 30 horas semanales) con un salario que no supera los 380 euros brutos, mientras que el trabajo negro bate récords", destaca Savvas Robolis, director del Instituto del Trabajo, un grupo de reflexión de la gran confederación sindical GSEE.
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La suspensión de las convenciones colectivas impuesta por los acreedores del país (FMI, Unión Europea) ha favorecido la desregulación del empleo, que se traduce generalmente por una ausencia de cobertura social: solamente 8% de los jóvenes de 20 a 24 años están cubiertos, según datos oficiales.
Para hacer frente al problema, el ministerio de Empleo anunció que prevé presentar un proyecto de ley para frenar el trabajo informal.
"Debido al desempleo, la relación de fuerza favorece a los empresarios. Gestionan los horarios y la remuneración de los empleados como quieren, con retrasos en los pagos de uno a 15 días", afirma Savvas Robolis.