París
Los socialistas franceses, debilitados y divididos, inician preparativos para elegir a un candidato para las elecciones presidenciales de la primavera del 2017, en medio de la incógnita sobre las intenciones del presidente saliente François Hollande.
Mientras la derecha prepara desde setiembre sus elecciones primarias, y en la extrema derecha el Frente Nacional ya está en plena campaña, el Partido Socialista (PSF) prevé primarias muy tardías, los 22 y 29 de enero. Ya hay cinco candidatos en liza. Pero la pregunta crucial es: ¿se presenta o no Hollande?
El jefe de Estado la elude, con una frase sibilina: "si voy, es para ganar, no para figurar", según afirmó recientemente.
Convertido en el presidente francés más impopular de los últimos 50 años –solamente 16% de opiniones favorables–, Hollande quiere sopesar sus posibilidades hasta el último minuto: solo en diciembre anunciará su decisión.
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Ello "le da tiempo para gobernar el máximo tiempo posible, y obtener resultados que presentar a los franceses, evitando bajar a la arena demasiado pronto", analiza Jérôme Fourquet, del instituto de sondeos Ifop.
Hollande quiere ser juzgado por sus "resultados", y vincula su futuro a una caída del desempleo, una de las primeras preocupaciones de los franceses. Sin embargo, después de dos meses de baja, en agosto se registraron 50.000 nuevos desempleados, uno de los peores resultados mensuales en los últimos años.
El calendario tardío de sus primarias no ayuda a los socialistas. La derecha cierra las suyas el 27 de noviembre, eligiendo a su candidato, que podrá entrar en campaña dos meses antes que el socialista.
La situación es inédita para Hollande: si decide participar, sería la primera vez que un presidente saliente se somete a unas primarias. "Normalmente no hay primarias cuando un presidente saliente es candidato (...) ello demuestra el estado de desamparo del Partido Socialista", dice el politólogo Philippe Braud.
Incertidumbre
En este periodo de incertidumbre, la ausencia de un candidato incuestionable suscita una multitud de vocaciones y ambiciones, en una izquierda 'balcanizada' como nunca antes.
Cinco candidatos ya están anunciados para las primarias socialistas, entre ellos dos exministros "críticos" con Hollande: Arnaud Montebourg y Benoît Hamon, ambos del ala izquierda del partido. Y el primer ministro Manuel Valls, fiel al presidente, podría declararse candidato si finalmente Hollande renunciara a ello.
Al margen de esta batalla interna, el político izquierdista Jean-Luc Mélenchon es otra vez candidato al Elíseo, el palacio presidencial. Quien aún no lo ha confirmado es el exministro de Economía de Hollande, Emmanuel Macron, fundador del movimiento político "En marche!" (En Marcha), que alterna posiciones liberales y centristas, y es una de las jóvenes figuras emergentes del paisaje político francés.
Los ecologistas, por su lado, tras haber salido del Gobierno, organizan sus propias primarias, aunque su relevancia política sea ahora muy escasa, según los sondeos.
En este disperso escenario, ningún candidato de izquierda lograría, según los sondeos, llegar a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, a la que acceden los dos más votados en la primera. Ni Hollande ni ningún otro, de acuerdo a las consultas.
Los afines al presidente saliente sueñan con congregar a toda la izquierda tras su candidatura única, en momentos en que la líder del Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, sí tiene todas las posibilidades de pasar a la segunda vuelta y, según los sondeos, de encabezar incluso la primera.
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"Si Hollande no se presenta, el PS va a explotar", advierte el primer secretario del partido, Jean-Christophe Cambadélis.
No obstante, los electores de izquierda ya no creen en una victoria de su campo, y apuestan por una derrota de su candidato –sea cual fuere– ya en la primera vuelta.
Por ello, algunos de ellos se disponen a participar en las primarias abiertas de la derecha, con la esperanza de pesar a favor del ex primer ministro Alain Juppé, considerado un moderado, y cerrar el camino al expresidente Nicolas Sarkozy, su verdadera 'bestia negra'.
"Por primera vez, no es imposible que las primarias de la derecha sean decididas por electores que no son en absoluto de derecha", destaca el polítólogo Philippe Braud.