Londres. EFE. El hallazgo de unos 800 esqueletos de niños en una antigua fosa séptica cercana a un convento de monjas generó ayer polémica en Irlanda, donde la Iglesia católica ha afrontado décadas de escándalos por los casos de abusos a miles de menores .
Aunque aún no hay confirmación oficial, la investigación de una historiadora irlandesa no deja casi lugar a dudas de que podría haber 796 bebés y otros menores enterrados sin identificar en lo que antiguamente era un convento católico en Tuam, en el condado de Galway.
Catherine Corless descubrió certificados de defunción que indican que cientos de cadáveres de niños pueden estar en el lugar que ocupaba un tanque séptico del edificio que acogía a madres solteras y que estuvo regido de 1926 a 1961 por las monjas de Bon Secours.
La autora dice que es solo la punta del iceberg pues el Gobierno irlandés guarda en secreto los certificados de hasta 4.000 bebés que fueron enterrados en otras fosas sin identificar durante décadas.
Los restos fueron hallados en ese depósito en 1975, pero hasta ahora, gracias a los certificados de defunción, es que se relacionan los hechos que llevan a creer que las religiosas se deshicieron de los cadáveres sin darles un entierro digno.
Ante el estupor general que ha provocado la noticia, el secretario de Estado de Educación y diputado por Galway, Ciaran Cannon, pidió ayer al Gobierno que “investigue urgentemente el caso”.
Por su parte, los ministros de Justicia y de Infancia, Frances FitzGerald y Charlie Flanagan, se comprometieron a estudiar este asunto para determinar cuál es el mejor camino para actuar.
Abusos. Los registros a los que tuvo acceso la historiadora Corless, después de muchas solicitudes, demuestran que los niños murieron principalmente por enfermedades como tuberculosis, así como por infecciones, defectos de nacimiento e incluso partos prematuros.
Una inspección gubernamental de 1944 ya constató la existencia de malnutrición en algunos de los 271 niños que entonces vivían junto a 61 madres solteras en el convento, que anteriormente había sido una casa de trabajo para indigentes y que hace décadas se demolió para construir viviendas.
En algunas casas de acogida, las monjas llegaron a administrar negocios privados, como en las llamadas Lavanderías de la Magdalena , donde las internas trabajaron en un régimen de esclavitud .
Entre los motivos que llevaban a la reclusión de las mujeres, un informe oficial en el 2013 citó: rechazo de padres adoptivos, orfandad, abusos familiares, deficiencias físicas o psíquicas y pobreza.
Sobre este nuevo caso, los líderes religiosos de Galway negaron tener conocimiento de las muertes y ahora buscan recaudar fondos para construir un monumento en memoria de los menores.