Uvalde. El gobernador de Texas —donde el martes se reportó un tiroteo en una escuela primaria, dejando un saldo de 21 fallecidos— Greg Abbott, rechazó repetidamente las sugerencias sobre la necesidad de una legislación más estricta sobre armas en el estado, donde el apego al derecho de tenerlas es profundo.
“Considero que esta persona encarnaba la maldad pura”, dijo Abbott, repitiendo un argumento común entre los republicanos: que el acceso sin restricciones a las armas no es el culpable de la epidemia de violencia armada en el país.
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“Esto es culpa suya (...). Esto es totalmente predecible desde el momento en que decidió no hacer nada”, le increpó el demócrata Beto O’Rourke, un ferviente defensor del control de armas que en noviembre aspira a competir contra Abbott por el puesto de gobernador.
La postura de Abbott fue repetida por la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés), el poderoso lobby proarmas estadounidense, que emitió un comunicado atribuyendo lo ocurrido a “un criminal solitario y trastornado”.
Por su parte, el presidente Joe Biden, quien visitará Uvalde en estos días, pidió al Congreso que se enfrente a este lobby proarmas de Estados Unidos y apruebe leyes más estrictas.
En Estados Unidos se registraron más tiroteos masivos (en los que cuatro o más personas resultaron heridas o muertas) en el 2022, que días en lo que va de año, según la Organización No Gubernamental (ONG) Gun Violence Archive, que registró 213 incidentes de este tipo. A pesar de eso, múltiples intentos de reformas sobre el uso de armas fracasaron en el Congreso.
Tristeza se transforma en enojo
Centenares de personas se reunieron para llorar a los 19 niños y dos profesoras muertos el martes en la matanza en una escuela de Texas, perpetrada por un joven de 18 años, identificado como Salvador Ramos, quien compró un fusil legalmente, una imagen que aviva el debate sobre el control de armas en Estados Unidos.
La tragedia, peor en una escuela del país en una década, multiplicó el enojo y las preguntas sobre cómo limitar la venta de armas en el país, un control que podría haber evitado esta matanza.
“Tengo el corazón roto ahora mismo”, lamentó el miércoles Ryan Ramírez, que perdió a su hija, Alithia, de 10 años. A su lado, su esposa, Jessica, lloraba en silencio con su otra hija en brazos.
La matanza cambió para siempre la historia de Uvalde, una pequeña localidad de 16.000 habitantes situada cerca de la frontera con México y con una población mayoritariamente latina.
“Esto no tiene ninguna explicación; mi nieta no merecía esto. Era una niña buena, muy tímida y muy bonita”, dijo a la prensa Esmeralda Bravo, abuela de Nevaeh, también fallecida en la matanza.
De niño acosado a agresor
Los nombres de algunos de los niños asesinados comenzaron a conocerse: Ellie García, Jayce Carmelo Luevanos, Uziyah García... “Mi amorcito ahora vuela alto con los ángeles allá arriba”, dijo en Facebook Ángel Garza, su hija, Amerie Jo Garza, acababa de celebrar su décimo cumpleaños. “Te amo Amerie jo”, escribió. “Nunca volveré a ser feliz ni completo”.
Los detalles desgarradores de la masacre conmocionaron al país y al mundo. En rueda de prensa, el gobernador Greg Abbott reveló que el atacante, Salvador Ramos, quien fue abatido por la policía, disparó a su abuela de 66 años en la cara antes de dirigirse a la Escuela Primaria Robb.
Ramos, de nacionalidad estadounidense, compartió en las redes sociales su plan para atacar a su abuela, quien, aunque gravemente herida, pudo alertar a la policía.
El joven envió un mensaje nuevamente en Facebook para decir que su próximo objetivo era una escuela, a donde condujo vestido con un chaleco de protección y un rifle AR-15, un arma concebida para provocar el mayor número posible de víctimas en un tiempo récord.
Un funcionario del centro intentó en vano prohibirle el acceso al centro educativo, donde logró atrincherarse en un aula y comenzó a matar a niños.
Ramos fue un niño con problemas familiares serios. Sufrió ‘bullying’ en la escuela por sus problemas de habla y una vez se cortó la cara “solo por diversión”, contó al diario The Washington Post, Santos Valdez, amigo del atacante en el pasado.
‘Demasiadas veces’
La indignación también se dejaba sentir en Uvalde. “Estoy triste y enojada con nuestro gobierno por no hacer más por el control de armas”, dijo a la AFP Rosie Buantel, una residente de mediana edad. “Hemos pasado por esto demasiadas veces. Y todavía no se ha hecho nada”.
El abuelo de Ramos, Rolando Reyes, expresó su dolor por las familias en duelo. “Lo siento mucho y tengo mucho dolor porque muchos de esos niños son nietos de amigos míos”, dijo a CBS News.
El tiroteo de Uvalde fue el incidente más mortífero desde la matanza en la escuela Sandy Hook del 2012 en Connecticut, en la que murieron 20 niños y seis adultos.
Puede repasar los tiroteos en centros educativos estadounidenses en este enlace.