Los cuerpos de los pasajeros del avión derribado en el este de Ucrania llegaron el martes a la ciudad de Jarkov, en territorio controlado por el gobierno de Kiev, poco antes de que los europeos se reunieran para examinar posibles nuevas sanciones a Rusia.
Los insurgentes que controlan la zona en la que se estrelló el avión malasio el pasado jueves dejaron salir el tren frigorífico con los cuerpos y permitieron a las víctimas iniciar su largo viaje de regreso a casa.
Los restos serán trasladados a Holanda, el país del que eran ciudadanos 193 de las 298 víctimas y que podría liderar una investigación internacional para esclarecer lo ocurrido.
Según un jefe rebelde, 282 cuerpos de los 298 viajeros del avión malasio fueron encontrados, así como numerosos restos mortales de otras 16 víctimas.
Los separatistas prorrusos, señalados por Estados Unidos como principales sospechosos del derribo del avión, posiblemente con un misil suministrado por Moscú, accedieron a las demandas internacionales de devolver los cadáveres y las cajas negras, casi cinco días después de la catástrofe.
El lunes los expertos internacionales ya pudieron inspeccionar los cuerpos, mantenidos en un tren frigorífico.
Ambas cajas negras, que graban la actividad en cabina y los datos del vuelo, fueron entregadas a los responsables malasios por el primer ministro de la autoproclamada República Democrática de Donestk, Alexander Borodai.
Según un experto malasio que las examinó están "intactas.
Borodai también anunció un alto el fuego en un perímetro de 10 km alrededor del lugar de la catástrofe.
Unas horas antes, las autoridades prooccidentales de Kiev habían anunciado a su vez un alto el fuego en un radio de 40 km para permitir a los observadores internacionales examinar el lugar de los hechos, donde siguen esparcidos los efectos personales de las víctimas.
En la región hubo este martes nuevos enfrentamientos puntuales entre las fuerzas gubernamentales y los insurgentes. Las autoridades locales de las ciudades de Donetsk y Lugansk, bastiones de los separatistas en el este, indicaron que al menos diez civiles murieron en las últimas 24 horas.
El martes, un responsable de seguridad en Kiev aseguró que Rusia había desplegado a más de 40.000 soldados a lo largo de su frontera durante la semana.
Rusia ofreció también su ayuda en la investigación.
"Rusia está dispuesta a ofrecer una ayuda completa, incluida la movilización de los especialistas apropiados", indicó el ministerio ruso de Exteriores.
Según un experto ucraniano, estos avances podrían estar vinculados a la amenaza de nuevas sanciones.
En Bruselas los ministros de Exteriores europeos se reúnen el martes para examinar la posibilidad de nuevas sanciones contra Rusia, acusada por Estados Unidos de suministrar el misil que presuntamente derribó el avión.
"Seguro que Occidente presiona a Rusia y Rusia por su parte los presiona [a los rebeldes] porque está obligada de hacerlo", dijo a la AFP el politólogo Oleksii Garan de la Universidad de Kiev-Moguila .
Pero para muchos occidentales estos gestos no bastan.
El primer ministro australiano, Tony Abbott, dijo el martes que el lugar de la catástrofe ha sido alterado "a escala industrial" en una "intento de esconder pruebas" de la catástrofe, en la que murieron 28 australianos.
La IATA, la organización que agrupa al conjunto de las compañías aéreas del mundo, denunció por su parte un "crimen odioso".
El avión estaba "claramente identificado" como vuelo comercial, dijo el director de la IATA, Tony Tuler, en un comunicado, y aseguró que "fue derribado en total violación del derecho internacional".
Ucrania por su parte llamó el martes a todos los países que tienen a sus ciudadanos entre las víctimas a enviar a policías a la zona para preservar la "inviolabilidad" del lugar y participar en la investigación.