Reikiavik
El Partido Pirata islandés, surgido de un movimiento libertario, anunció el jueves un acuerdo histórico con la oposición para formar gobierno en las legislativas anticipadas del sábado, unos comicios que deberían sancionar a las formaciones tradicionales, salpicadas por el escándalo de los papeles de Panamá.
Aunque en Islandia no se ha registrado un aumento de la ultraderecha, como en otros países europeos, el país parece dispuesto a desprenderse de las formaciones históricas para dar paso a una plétora inédita de partidos, más bien de izquierda.
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"Quiero cambios. No me gusta todo lo que proponen los 'piratas', pero si queremos cambios, es el mejor partido", explica Einar Hannesson, un obrero de 42 años de la capital.
Los "piratas" aparecen o ganadores o empatados con el Partido de la Independencia (conservadores) en el poder. Aunque no consigan suficientes votos para gobernar solos, estarán bien posicionados para formar una coalición.
El jueves, los cuatro partidos de la oposición de izquierda y de centro anunciaron que llegaron a un acuerdo para intentar formar un gobierno, una medida nada habitual en Islandia, donde las formaciones suelen presentarse solas sin precisar con quien gobernarán.
Así, el Partido Pirata, el Movimiento de Izquierda-Verdes, los socialdemócratas y Futuro Brillante (centro) dieron a conocer el jueves su frente común "para formar un gobierno mayoritario".
"Creemos que la cooperación entre estos partidos ofrecerá una alternativa clara contra los partidos de gobierno actual, y podría suponer una nueva oportunidad para la sociedad islandesa", afirmaron los dirigentes de estas formaciones en un comunicado divulgado después de la última sesión de negociaciones preelectorales.
Según las proyecciones, los "piratas" consiguen entre un 20% y 23% de las intenciones de voto, lo que les llevaría a pasar de 3 a 15 diputados en el Althingi, el parlamento islandés, de 63 escaños.
Los dos partidos que forman el ejecutivo actual, el Partido del Progreso (centro) y el Partido de la Independencia, muy debilitados ya por la crisis financiera de 2008, se han visto salpicados por el escándalo de los papeles de Panamá.
Entre los 600 islandeses con cuentas offshore figuraban el primer ministro Sigmundur David Gunnlaugsson (Partido del Progreso) y dos ministros.
El jefe del gobierno dimitió pero el gabinete se mantuvo casi intacto, prometiendo en contrapartida elecciones anticipadas.
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Es cierto que la economía de Islandia, una isla volcánica situada en el Atlántico norte de 336.000 habitantes, volvió a prosperar, con un crecimiento de 4,2% en 2015 gracias al turismo y a la rehabilitación de su sistema financiero, pero los islandeses, sobre todo los más jóvenes, siguen desconfiando de sus gobernantes.
"Votaré a los 'piratas'. Les di mi voto en las últimas elecciones (...) y pienso que es la primera vez que voto por un partido que no traiciona sus promesas", explica Salma Thorarinsdottir, de 23 años.
"Islandia se recuperó del sismo (de 2008) pero las réplicas sacudieron a la clase política", analiza Eirikur Bergmann, profesor de ciencias política en la universidad islandesa de Bifrost. Los electores quieren "castigar" a los partidos que consideran responsable de los males del país, añade.
El Partido Pirata, creado en 2012 y que obtuvo al año siguiente tres diputados, milita por la transparencia de la vida pública, la reforma de las instituciones, la democracia directa, la lucha contra la corrupción y las libertades individuales.