Bruselas EFE, AFP. En el manual básico de toda negociación, está como primer precepto que, para ambas partes, apurar hasta la fecha límite es la manera más eficiente de acelerar el pulso del adversario y hacerlo flaquear.
Esta regla fue aplicable a pie juntillas este miércoles, en las negociaciones entre Grecia y las instituciones (Comisión Europea (CE), Banco Central Europeo (BCE) y Fondo Monetario Internacional (FMI)).
Estas instituciones pidieron al Gobierno de Grecia que subiera el impuesto sobre el valor agregado (IVA) al 1% del PIB en el 2016, en contraste con el 0,74% propuesto por el gabinete de Alexis Tsipras y mayores recortes en el gasto público.
El Gobierno griego respondió que no puede aceptarlo porque supone trasladar el peso de las reformas sobre la parte de la población asalariada y los pensionados, mientras exime a los que más dinero tienen.
Grecia y sus socios de la zona euro intentan sellar un acuerdo de reformas y ajustes. El objetivo es desbloquear una partida de 7.200 millones de euros que necesita Atenas para evitar la cesación de pagos el 30 de junio, cuando debe abonar al FMI unos 1.500 millones de euros.
Camino andado. El lunes, Atenas presentó su plan, considerado como “una buena base” para la negociación.
Pero la contrapropuesta de las instituciones, rechazada por Atenas, tensó la negociación.
El primer ministro Tsipras llegó a Bruselas para reunirse con la directora del FMI, Christine Lagarde; el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi; el de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y el del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, e intentar sellar un acuerdo.
Era una negociación necesaria antes de presentar la propuesta a los ministros de Finanzas de la zona euro.
Pero luego de casi siete horas de reunión, la delegación dirigida por Tsipras y los responsables de las instituciones acreedoras de Atenas, interrumpieron las discusiones, según una fuente europea, para informar sobre el estado de la negociación a los ministros de Finanzas del Eurogrupo, reunidos al otro lado de la calle.
El encuentro de los ministros duró apenas una hora, y decidieron a su vez suspender la reunión hasta este jueves, antes de una cumbre de los 28 jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea.
“Todavía no hemos alcanzado un acuerdo. Pero estamos decididos a continuar trabajando, para hacer lo necesario. Ahora dejamos la reunión para más adelante y volveremos a vernos mañana (hoy)”, dijo Dijsselbloem.
“Queremos que Grecia se quede en la zona euro (...), con reformas sólidas”, dijo, por su parte, el comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici.
La contrapropuesta de las instituciones no cayó bien en Atenas, donde una fuente gubernamental indicó que la delegación griega “no puede estar de acuerdo” con las últimas propuestas e indicó que “las negociaciones continúan a todos los niveles”.
La deuda. Aparte de la divergencia por el monto del IVA y el gasto, también está el tema de la deuda. “Grecia insiste en obtener el canje de una parte de su deuda en manos del BCE hacia el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), el fondo de rescate de la zona euro. Esto le permitiría obtener tasas y condiciones más interesantes”, indicó el ministro austríaco Hans-Jörg Schelling.
“Para muchos países, eso sería un tercer programa (de asistencia) disfrazado”, subrayó.
El asunto de la deuda, considerada insostenible, debe ser tratado en las discusiones en curso, estimó el ministro francés, Michel Sapin, aunque no sea el tema más urgente.
Sin embargo, la gran mayoría de países de la zona euro se oponen a todo canje o reestructuración.
Las negociaciones son también difíciles por la posición del FMI, según Atenas, que le atribuye una “responsabilidad criminal” por la situación en Grecia.
Antes de viajar a Bruselas, Tsipras despotricó contra el Fondo, sin citarlo, por rechazar algunas “medidas compensatorias” que Atenas propone a sus acreedores.
“El repetido rechazo de medidas compensatorias por algunas instituciones nunca sucedió antes, ni con Irlanda ni con Portugal”, dos países que recibieron un programa de asistencia financiera, escribió Tsipras en su cuenta oficial de Twitter.
“Esta inusual postura parece indicar que, o no hay interés en un acuerdo, o que se respaldan intereses especiales”, añadió en otro mensaje.
Las propuestas griegas prevén un esfuerzo fiscal de 8.000 millones de euros en 2015 y 2016. El 93% de este monto provendría de alzas de impuestos y de cotizaciones sociales, y el resto de una reducción de gastos.
De alcanzarse un acuerdo, Tsipras tendrá que hacerlo avalar por su Parlamento, lo que podría ser una etapa delicada. Ello abriría la vía para que el Bundestag alemán y otros parlamentos del bloque se pronuncien en los próximos días, lo que tampoco será fácil.