Ciudad del Vaticano. AFP y EFE. El papa Francisco pidió ayer a los obispos de todo el mundo reunidos en el Vaticano a hablar “claro” y sin tapujos sobre los cambios que vive la familia católica contemporánea.
Ante 253 prelados, entre ellos 191 obispos de todos los continentes, el Pontífice dio inicio a la primera jornada de labores con un discurso corto y breve en el que garantizó “total libertad” a todos los sectores de la Iglesia.
“Hablar con libertad y escuchar con humildad”, resumió el Papa.
La jerarquía de la Iglesia fue convocada en el Vaticano para debatir sobre temas hasta ahora tabú como el matrimonio homosexual, las parejas de hecho, el divorcio, las madres solteras y la comunión para los divorciados que se vuelven a casar, entre otros asuntos.
El Papa argentino, formado con los jesuitas, se presentó también como la persona que “garantiza” la libertad de palabra a todos los sectores, divididos entre conservadores y progresistas.
“Algunos cardenales no se atrevieron a decir cosas por respeto al Papa... Esto no está bien”, afirmó Francisco que impulsa una iglesia más democrática, en contacto con sus bases, con libertad de palabra.
Hablen “con tranquilidad y con paz, porque la presencia del Papa es garantía para todos de custodia de la fe”, añadió.
El cambio de método de trabajo, la idea de abordar sin cortapisas las situaciones difíciles, como la presión de los católicos que se vuelven a casar de poder acceder a la comunión, irritan a los sectores más tradicionalistas.
“Hablar claro”. La “condición general de base es esta: hablar claro. Que nadie diga esto no se puede decir”, les manifestó el Santo Padre.
Por dos semanas, hasta el 19 de octubre, la Iglesia debatirá sobre el modelo de catolicismo que propone ante la evolución que vive la familia a inicios del siglo XXI.
El clima en la sala resultaba amigable, pese a las tensiones de la víspera entre varios cardenales por la publicación de libros y entrevistas contrarios o a favor de conceder la comunión a los divorciados que se vuelven a casar.
“El Papa quiere sobre todo escuchar y entender qué piensa la iglesia, el pueblo de Dios, sobre la familia”, explicó en una entrevista el cardenal alemán Walter Kasper.
En esta línea, un matrimonio católico australiano expuso ayer ejemplos de acogida en su entorno de divorciados y homosexuales, durante el Sínodo extraordinario.
El matrimonio formado por Ron y Mavis Pirola, casados hace 55 años, recordó –según una nota de prensa distribuida por el Vaticano– que unos amigos suyos estaban pensando celebrar una reunión familiar una Navidad cuando su hijo homosexual les preguntó si podía asistir su compañero.
Los padres, agregaron, “creen plenamente en las enseñanzas de la Iglesia” y acogieron con agrado a la pareja porque se trataba de su hijo.
El matrimonio también contó otra anécdota de una amiga suya, divorciada, de quien dijeron que “no siempre se siente aceptada en su propia parroquia” .
“Aún así, va a misa con regularidad y sin quejas, acompañada de sus hijos” , aseguraron.
La celebración de dos sínodos (hay uno ordinario programado para el 2015) resulta además una forma de consulta interna inédita
Otros temas delicados serán abordados durante el sínodo, como la poligamia en África, el matrimonio gay, asuntos hasta ahora tabú para la iglesia, que los condenaba con total rigor.
Al término de dos semanas de debates se elaborará un documento final, el cual será sometido a votación y transmitido sucesivamente a las diócesis de todo el mundo junto con un cuestionario.
El fruto de ese proceso será la base para el sínodo ordinario que se celebrará el próximo año y en el que se podrían adoptar reformas importantes para la Iglesia.
Al ilustrar sobre la mentalidad de los prelados en el sínodo, el cardenal francés André Vingt-Trois recalcó que “no se trata de un debate parlamentario”, que la Iglesia no es “un régimen democrático en el que se vence por mayoría” y que lo que se intenta es encontrar “la voluntad común”, un consenso.