Ciudad del Vaticano. AFP, el País y Redacción. El desafío más urgente que tiene la Iglesia católica hoy es ser capaz de “curar heridas”, acercarse a los fieles y darles calor, en lugar de pretender una “injerencia espiritual” en la vida de personas gais, divorciadas o que han cometido aborto.
El planteamiento brotó de los labios del papa Francisco, quien reiteró –en una entrevista con la revista La Civiltà Cattolica –órgano de la Compañía de Jesús , a la cual pertenece el Pontífice– que “el confesionario no es una sala de tortura” y abogó por la misericordia y el acompañamiento de los homosexuales o de aquellos que, después de un divorcio, volvieron a contraer nupcias.
“En Buenos Aires (donde Jorge Mario Bergoglio fue cardenal arzobispo) recibía cartas de personas homosexuales que son verdaderos ‘heridos sociales’, porque me dicen que sienten que la Iglesia les ha condenado. Pero la Iglesia no quiere eso”, comentó Francisco.
Recalcó: “En esta vida, Dios acompaña a las personas y es nuestro deber acompañarlas a partir de su condición. Hay que acompañar con misericordia”.
El jefe de la Iglesia indicó que “la religión tiene derecho de expresar sus propias opiniones al servicio de las personas”, pero, dado que Dios las creó libres, “no es posible una injerencia espiritual en la vida personal”.
El Papa reconoció que la Iglesia ha estado obsesionada con temas como el aborto, el matrimonio homosexual o el uso del anticonceptivo.
“No podemos seguir insistiendo solo en esas cuestiones. Es imposible. Yo he hablado mucho de estas cuestiones y he recibido reproches por ello”, expresó.
“Tenemos, por tanto, que encontrar un nuevo equilibrio, porque de otra manera el edificio moral de la Iglesia corre peligro de caer como un castillo de naipes, de perder la frescura y el perfume del Evangelio”, añadió.
“La propuesta evangélica debe ser más sencilla, más profunda e irradiante”, dijo.
La inédita conversación con el jesuita Antonio Spadaro, director de aquel medio, tuvo lugar en agosto durante seis horas, divididas en tres días.
Cambios en la Iglesia. En otro aparte de la entrevista, Bergoglio, quien asumió el papado en marzo, reconoció que existe expectativa y cierta prisa en cuanto a posibles cambios en la milenaria institución.
Mas previno contra el apuro. “Yo soy de la opinión de que se necesita tiempo para poner las bases de un cambio verdadero eficaz (...); yo desconfío de las decisiones tomadas improvisadamente”.
En abril, el Pontífice designó a un grupo de ocho cardenales de todos los continentes para asesorarlo en el gobierno de la Iglesia y estudiar un proyecto de reforma de la curia romana , la administración central que ha sido blanco de cuestionamientos por supuestas prácticas de corrupción.
En lo que sí está claro es que la Iglesia debe abocarse a “curar heridas y dar calor a a los corazones de los fieles, cercanía, proximidad”.
En esta tarea, puntualizó, “los ministros del Evangelio deben ser personas capaces de caldear el corazón de las personas, de caminar con ellas en la noche (...). El pueblo de Dios necesita pastores y no funcionarios ‘clérigos de despacho’”.
El papa Francisco subrayó que la Iglesia no debe conformarse con acoger y recibir a los fieles, sino que debe ir por “caminos nuevos (...), yendo hacia el que no la frecuenta, hacia el que se marchó de ella, hacia el indiferente”.
Comentó que quien se ha alejado de la Iglesia, si se entienden las razones por las cuales lo hizo y se “valoran bien”, este puede “ser el inicio de un retorno.
Al primer Pontífice argentino y jesuita, se le pidió definirse: “Yo son un pecador. Esta es la definición más exacta”. También reconoció que ha sido autoritario, lo cual le acarreó problemas y que lo calificaran de “ultraconservador”.