Colonia, Alemania
Los delegados del partido Alternativa para Alemania (AfD), reunidos en congreso, eligieron este domingo a un elemento duro del partido y a una economista homosexual para dirigir la campaña de la formación de cara a las legislativas de setiembre.
De los casi 600 delegados, el 67,7% aprobó la designación de Alexander Gauland, de 76 años, y de Alice Weidel, de 38.
Esta decisión tiene lugar luego de meses de guerra de caciques que terminó el sábado con la incontestable derrota de la coprasidenta del partido, Frauke Petry. Los delegados rechazaron estudiar su moción destinada a impedir una deriva de la formación hacia la extrema derecha.
Gauland, una de las principales figuras del AfD, es muy apreciado por la base y hace gala de sus exabruptos polémicos, como cuando cargó el año pasado contra un jugador negro del equipo nacional de fútbol, Jérôme Boateng.
Tras su nombramiento llamó en un discurso a la unidad del partido. "Era un congreso difícil (...) ahora todos los conflictos internos en el partido deben cesar", lanzó.
Su compañero de binomio, Alice Weidel, poco conocida por el público, es una exbanquera de 38 años que vive en pareja con otra mujer. Forma parte de la dirección del AfD, formación que insiste en la defensa de la familia y de las parejas "tradicionales".
La joven es una de las que elaboró el programa económico liberal y antieuro del AfD. También se destacó por unos duros discursos sobre la inmigración.
En su alocución de este domingo, al referirse al atentado de diciembre en un mercado de Navidad en Berlín, Weidel denunció un "escándalo", ya que según ella los alemanes no pueden celebrar más "una fiesta cristiana sin la protección de la policía".
Este dúo defenderá hasta las legislativas del 24 de setiembre un programa decididamente antiislam y antiinmigración, que fue adoptado este domingo.
Los conservadores de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la canciller Ángela Merkel, que aspira a un quinto mandato, y los socialdemócratas del SPD, del expresidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, son sujeto de sus críticas.
Recuperar fuerza. El AfD, que capitalizó sobre todo el temor vinculado a la llegada de más de un millón de solicitantes de asilo en 2015-2016, se disparó en los sondeos hasta alcanzar un 15% de la intención de voto, un nivel sin precedentes para un partido de este tipo en la Alemania de posguerra.
Pero entre las crisis internas, la caída del flujo de llegada de migrantes y las polémicas sobre el racismo y el nazismo, la formación registró un repliegue desde enero (7% a 11% según los estudios).
Su objetivo de alcanzar un resultado de dos cifras y convertirse en el tercer partido del país se aleja.
Para rehacerse el AfD, creado hace cuatro años como un movimiento antieuro, quiere hacer de la inmigración y el islam su leitmotiv.
Alicia Weidel abraza a la cabeza del partido alternativo de derecha alemana, Frauke Petry, después de su nombramiento. [side_to_side]
El otro copresidente del partido, Jörg Meuthen, recogió nutridos aplausos cuando afirmó que Alemania está amenazada por la islamización, que "no tiene ya casi nada en común con el país en el que crecí" y que los alemanes pueden convertirse en una "minoría" étnica.
El vicepresidente del Comité Internacional de Auschwitz, Christoph Heubner, denunció un congreso "dominado por una totalidad de extrema derecha", en ruptura "clara con el consenso de la sociedad de la Alemania de posguerra".
El partido, que reivindica ser antiélite, reclama más democracia directa, la salida del euro y la defensa de los valores familiales tradicionales.
Para la prensa, con la derrota de la carismática líder Petry el partido corre el riesgo de rebajar sus posibilidades en las legislativas.
"Parecía seguro que AfD iba a ingresar en el Bundestag (franqueando el umbral de 5% en las legislativas), pero es ahora incierto sin Frauke Petry", estimó Severin Weiland del semanario Der Spiegel.