En Coria del Río, Sevilla, 44 miembros de un "círculo" de Podemos se reúnen en una plaza. La formación política no tiene sedes. Algunos quedan en asociaciones vecinales. Otros, en parques, plazas, polideportivos, cafeterías.
Cada círculo va organizándose como puede. Esta es la novena reunión del grupo de Coria del Río, que se creó el 17 de junio. El público es variado. Están Juan Antonio Bizcocho, de 39 años, físico y técnico superior de riesgos laborales, y José Luis Rodas, de 34, diplomado en Magisterio y desempleado desde hace tres años. Hay algunos jubilados, un par de veinteañeros y varias mujeres en los cincuenta.
El encuentro empieza con siete testimonios de participantes que explican por qué quieren apoyar a Podemos. Coinciden en que no se sienten representados por los políticos actuales y han visto una ventana de oportunidad para participar de forma activa en la cosa pública.
"Os recomiendo que veáis cómo es un pleno del Ayuntamiento", interviene un treintañero. "Es vergonzoso. Lo único que hacen es anunciarse denuncias los unos a los otros. Y de los problemas de los vecinos, ni se habla". Hasta ahora, aparte de hablar de política, en las reuniones de los distintos grupos se han aprobado documentos para participar en la constitución del partido. Y se han creado comisiones de "extensión" para conectarlos entre ellos.
Es difícil explicar lo que es un círculo. Su estructura es muy distinta de la de una agrupación de partidos como el Partido Socialista Español (PSOE) o el Partido Popular (PP). Aquí nadie necesita apuntarse a nada; tampoco tienen necesariamente que estar inscritos en la web de Podemos como simpatizantes.
No tienen que pagar cuota alguna y para los gastos suelen usar iniciativas de crowdfunding. "Podemos es toda la gente que se siente de Podemos", resume Rubén Rosón, de 25 años, miembro de un grupo asturiano.
Implicarse en un círculo solo supone colaborar y sentirse partícipe. Pueden incluso estar afiliados a otros partidos.
Hasta el momento, la expansión de la formación ha coincidido sobre todo con las plazas en las que hay vida universitaria. El vínculo urbano de la formación es una de sus características. Madrid es la autonomía con más círculos y simpatizantes inscritos como tales en su web; en Andalucía son muy activos en Sevilla, Málaga, Cádiz y Granada. Cataluña y la Comunidad Valenciana —especialmente Barcelona y Valencia— son las otras dos comunidades en las que tienen más presencia.
El mapa de círculos se ve mucho más vacío en provincias como Teruel, Lleida o Cuenca. Pero prácticamente en ningún lugar hay una estructura todavía organizada con sedes y caras visibles. En Valencia, por ejemplo, al menos siete personas ejercen como portavoces. En otros lugares, como Galicia, los representantes rotan constantemente y rehúyen el protagonismo. En Sevilla hay una oficina, pero es la de la eurodiputada Teresa Rodríguez, que se financia con los fondos de Bruselas que tienen los parlamentarios europeos para abrir oficinas de atención al ciudadano en sus lugares de origen.
Nadie sabe a ciencia cierta cuál fue el círculo primigenio; dónde y cuándo se creó por primera vez un grupo de simpatizantes de Podemos. Ni siquiera el propio partido lo tiene muy claro. Creen que fue el de Somosaguas, el de la facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de la que procede casi toda la cúpula directiva.
En todo caso, la expansión fue rapidísima. Podemos se presentó oficialmente el 19 de enero en Lavapiés (Madrid) y Pablo Iglesias viajó el día 23 a Zaragoza y el 24 a Asturias. En esos días ya había círculos funcionando, que no han dejado de ampliarse desde entonces. Había 400 el 1 de junio, una semana después de que Podemos lograra 1.245.948 votos y cinco escaños en las elecciones al Parlamento Europeo y ahora mismo el número se eleva a más de 1.000. Algunos son territoriales —puede haber más de uno en una ciudad— y otros, sectoriales, como el conocido círculo de enfermeras.
A 780 kilómetros de Coria del Río, en Oviedo, esa misma tarde se reúne otro grupo. Se ven más canas que gente joven, pero el mismo entusiasmo que en el pueblo sevillano. "La principal función de los círculos ha sido generar ilusión", dice Rubén Rosón.
"Los círculos son la herramienta que nosotros utilizamos para desbordar la política tradicional", explica Emilio León, de 37 años, uno de los promotores de Podemos en Asturias. "'No tenemos sede porque la sede de Podemos es cualquier esquina. Se trata de llevar la política a los barrios, de debatir, si se quiere, en bata y zapatillas. El 15-M reunía a sujetos heridos con ganas de ser escuchados. Ahora la gente va más allá. Ahora piensan: ¿y por qué no voy a poder decidir yo cómo se gestiona lo público en lugar de mirar cómo lo hacen otros?".
En mayo, el partido tenía cinco círculos en Asturias. Hoy son más de 60, con 7.500 inscritos. Asturias fue una de las cinco comunidades en las que la formación se convirtió en tercera fuerza política, desplazando a Izquierda Unida en las elecciones del pasado mayo.
Pablo Iglesias y la cúpula de Podemos son conscientes de que una de sus grandes bazas para amplificar su mensaje y ganar votos es la proliferación de los círculos y la entrega de los más de 260.950 simpatizantes "inscritos" —una figura parecida a la afiliación pero sin pago de cuotas— en su web. Pero, por otro lado, el temor al descontrol territorial y a los posibles intrusos que pueden entrar en los centenares de círculos que han ido naciendo por toda España ha sido una de las razones por las que la cúpula de Podemos ha descartado concurrir a los comicios municipales con marca propia.
La ponencia fundacional votada por la gran mayoría de las bases atribuye a la figura del secretario general la función de "asegurar la coherencia". Por esta razón, en su estrategia organizativa, la evolución del partido pasa por elegir a un referente en cada comunidad autónoma —un cargo parecido a los barones territoriales de las formaciones tradicionales— y convertir los círculos en lugares de debate más que en centros de poder —algo que sí planteaba, por ejemplo, la vía alternativa para la organización de Podemos impulsada por el eurodiputado Pablo Echenique—.
Para tratar de ejercer cierto control, además, la dirección ha empezado a aplicar ya un protocolo para regular la creación de nuevos círculos y ordenar los que existen.
Ese procedimiento establece, por ejemplo, que en cualquier círculo deben participar un mínimo de cinco personas y que no puede existir más de uno en el mismo "ámbito territorial" (municipio, distrito o barrio, según el caso). Su validación quedará en manos de una comisión de garantías integrada por 10 personas. Y, una vez validadas, estas agrupaciones podrán tener "personalidad jurídica bien como asociación, bien como delegación del partido", según indica el protocolo.
Los círculos sectoriales, como el de enfermeras, deberán estar integrados por al menos 10 inscritos en Podemos y para ellos queda fijado un "principio de no duplicidad"; es decir, no podrá haber varios círculos de ingenieros de caminos o de inmigración.