Sarajevo. AFP. Terrorista nacionalista o joven patriota idealista. Un siglo después las opiniones siguen divididas sobre Gavrilo Princip , autor de los disparos mortales al archiduque heredero Francisco Fernando de Austria que propiciaron la Primera Guerra Mundial .
Para unos, este joven exaltado serbobosnio de 19 años, ávido lector de literatura anarquista, es un héroe que quería liberar a los serbios y al conjunto de los eslavos de la ocupación austrohúngara. Para sus detractores solo fue un “terrorista” que originó una de las peores catástrofes del siglo XX.
“No lo calificaría ni de criminal ni de terrorista. Forma parte de la historia compleja de Europa”, expresa Christopher Clark, historiador y autor del polémico libro Los sonámbulos , que considera que todas las grandes potencias de la época tuvieron parte de culpa en el desencadenamiento de la Gran Guerra.
Gavrilo Princip nació en 1894 en Obljaj, un pueblo remoto de la actual Bosnia, en una familia de nueve hijos de los que seis murieron a corta edad. Gavrilo sobrevivió, pero una tuberculosis precoz minaría su salud desde niño.
Se refugió en los libros y fue toda su vida un ávido lector de Alexandre Dumas, Walter Scott y Oscar Wilde.
A los 13 años se fue con su hermano mayor a Sarajevo, donde hizo el bachillerato, que terminó en 1911. Allí se apasionó por los libros de historia y de política e incluso tuvo sus flirteos como poeta, pero según él, los resultados no tenían “ningún valor”.
“Durante su juventud se vio agitado por los ideales revolucionarios”, alimentados sobre todo por literatura anarquista, dijo el psiquiatra austriaco Martin Pappenheim, quien lo vio en varias ocasiones en la cárcel tras el atentado. Princip era “un idealista que quería vengar a su pueblo”.
Su camarada de clase Vasa Cubrilovic lo describió como un “hombre con el alma agitada en permanente ebullición”.
Princip “era a primera vista reservado y taciturno, pero cuando se lanzaba en una conversación era a veces cínico y duro, obstinado, incluso cabezota, muy ambicioso y un poco jactancioso”, según su biógrafo Drago Ljubibratic.
Efervescencia. En 1912, Princip viajó a Belgrado, centro de la creciente agitación nacionalista contra el imperio austrohúngaro , que había anexionado seis años antes Bosnia a la vecina Serbia.
La primera guerra balcánica –contra el Imperio otomano– estalló y Princip trató de alistarse en el Ejército serbio, pero fue rechazado debido a su pequeña estatura y su mala salud.
El movimiento nacionalista serbio La Mano Negra también lo rechazó más tarde por las mismas razones.
“Estos rechazos sin duda azuzaron la motivación de Princip para perpetrar el atentado en Sarajevo, para probar que era alguien capaz”, afirm´po el historiador serbio Vladimir Dedijer.
Princip se alistó en Mlada Bosna (Joven Bosnia), un grupo de jóvenes eslavos –serbios, croatas y musulmanes– llenos de ideales anarquistas y comunistas y, según el escritor Momcilo Zlatanovic, “unidos en el odio contra el imperio austrohúngaro”.
Su proyecto era reunir a todos los eslavos de la región en el seno de un único Estado: Yugoslavia.
En Vranje, en el sur de Serbia, Princip y otros hombres del grupo aprendieron a utilizar la pistola y el cuchillo. Al regresar a Belgrado se enteraron de la visita a Sarajevo del heredero del trono de Austria y planificaron el atentado, cometido el 28 de junio.
Poco después de la detención de Princip, un juez lo describió como “frágil, bajito y pálido”.
“Es difícil imaginar que un hombre tan pequeñito, taciturno y modesto haya podido perpetrar un asesinato así”, declaró a la prensa de la época otro juez.
Juzgado por “traición y muerte” con sus cómplices, Princip repitió hasta la saciedad que su acto no estuvo orquestado por Serbia, contrariamente a lo que decía Viena para justificar su entrada en guerra contra Belgrado.
“La idea ha madurado en nuestras cabezas y la hemos ejecutado nosotros mismos”, declaró al tribunal. “Soy un nacionalista yugoslavo que aspira a la unificación de todos los yugoslavos (...) liberados de Austria”, agregó antes de asegurar que “no tenía nada qué lamentar”.
Al no haber cumplido todavía los 20 años cuando perpetró el atentado, Gavrilo Princip no podía ser condenado a muerte, según las leyes en vigor en Austria-Hungría, y fue sentencido a 20 años de cárcel.
Pero su salud precaria debido a la tuberculosis no resistirá la cárcel de Terezin, actualmente en República Checa. Debilitado por la malnutrición, murió en 1918, pocos meses antes del final de la guerra que contribuyó a propiciar.
Fue inhumado en secreto y sólo después del conflicto uno de los guardianes, que asistió al entierro, desveló el lugar de su tumba. Sus restos fueron repatriados a Sarajevo.