Oklahoma. Un hombre armado mató a cuatro personas el miércoles en un recinto hospitalario en Tulsa, Oklahoma, informó la policía, un nuevo tiroteo que conmociona a Estados Unidos, todavía sacudido por la matanza en una escuela en Texas la semana pasada.
El sospechoso, que estaba armado con un rifle y un arma corta, murió en el tiroteo ocurrido en el complejo del hospital Saint Francis de Tulsa, indicó la Policía. “Tenemos cuatro civiles muertos, tenemos el tirador que muerto, y creemos que se suicidó”, dijo el jefe adjunto del departamento de Policía de Tulsa, Eric Dalgleish.
El oficial indicó que agentes policiales respondieron inmediatamente tras los llamados de emergencia que advirtieron de la irrupción de un tirador en el segundo piso de una clínica adyacente al hospital.
La Policía “escuchó disparos en el edificio al llegar al lugar”, indicó Dalgleish. Además, los agentes registraron el edificio piso por piso y cuarto por cuarto para despejar el sitio mientras el tiroteo se consideraba todavía activo.
Previamente, el capitán de policía Richard Meulenberg dijo que los agentes describieron la escena como “catastrófica”, con “varias personas baleadas con múltiples heridas”.
Dalgleish aseguró que el asalto, desde el momento de los llamados de emergencia hasta la intervención de los agentes, duró cerca de cuatro minutos. El tirador no había sido identificado todavía, añadió.
El presidente Joe Biden fue informado del tiroteo, indicó la Casa Blanca y el Gobierno ofreció respaldo a los funcionarios locales.
‘Nos merecemos algo mejor’
Elizabeth Buchner, una asistenta jurídica que vive detrás del edificio donde ocurrió el tiroteo, explicó que salió corriendo de su casa cuando escuchó el ruido de helicópteros y la conmoción procedente del hospital.
“Fue el mayor dispositivo de seguridad que he visto en un sitio en toda mi vida”, dijo Buchner, de 43 años, a AFP por teléfono. La mujer vio de primera mano cómo un equipo táctico accedía al edificio en una respuesta que describió como “rápida y contundente”, “sin vacilaciones”.
Melissa Provenzano, legisladora estatal de Oklahoma, alabó también la rápida reacción de los agentes. “Podría haber sido mucho peor”, dijo a la cadena televisiva CNN.
La política también expresó frustración por la repetición de estas tragedias en el país. “Nos merecemos algo mejor. Estas cosas son evitables y es tiempo de despertar y solucionarlo”, indicó. El incidente se suma a una serie de ataques mortales de hombres armados en el último mes en Estados Unidos.
Hace poco más de una semana, un joven armado con un fusil de asalto AR-15 irrumpió en una escuela en Uvalde, en el estado de Texas, y asesinó a 19 niños y dos maestras, antes de ser abatido por las fuerzas del orden.
Previamente, el 14 de mayo, un supremacista blanco mató a diez personas negras durante un tiroteo en un supermercado en Buffalo, en el estado de Nueva York. En su caso, el asaltante sobrevivió y se enfrenta a acusaciones judiciales.
Un mayor control al acceso a las armas de fuego en Estados Unidos —un derecho garantizado por la segunda enmienda de la Constitución— enfrenta una resistencia por parte de la mayoría de los republicanos y algunos estados rurales demócratas.
Pero Biden, quien visitó Uvalde el fin de semana, se comprometió a inicios de esta semana a “seguir presionando” por una reforma
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