Madrid
Rodeado de camareros que van y vienen, José Silva toma asiento en un céntrico restaurante de Madrid para cenar arroz, albóndigas y verduras. Todo muy normal, salvo que no puede pagar su cena.
Silva, un sin techo de 42 años, vive en la Casa de Campo, un inmenso parque en el oeste de la capital española. Como él, decenas de personas sin hogar cenan gratis en el restaurante "Robin Hood", abierto a fines de noviembre.
El proyecto ha sido idea de la ONG "Mensajeros de la Paz", liderada por el padre Ángel García, un sacerdote de 79 años conocido por su labor caritativa en la madrileña iglesia de San Antón.
Por el día, el restaurante recibe a clientes regulares, a los que se les sirve un desayuno y un menú de mediodía de 11 euros. Por la noche, los sin techo pueden cenar gratis.
El padre Ángel planea abrir otros tres restaurantes en Madrid y en otros lugares de España, donde según un reciente estudio basado en datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), casi un 30% de la población está en riesgo de pobreza y exclusión social.
"Está muy bueno", dice Silva mientras corta sus albóndigas, mucho mejores que los bocadillos fríos que solía cenar en la cercana iglesia de San Antón.
Otros sin techo entran en el local, con capacidad para 50 comensales. Algunos dejan sus carritos frente a la barra, en la entrada, antes de sentarse en las mesas dispuestas con un mantel blanco y servilletas rojas.
El objetivo es "dar más dignidad a la gente que lo necesita", dijo el padre Ángel a la AFP días antes de la apertura del restaurante, en la iglesia de San Antón, en medio del barrio de Chueca, epicentro de la vida gay madrileña.
A su lado, hombres y mujeres sin domicilio beben café caliente. Muchos volverán más tarde, para recibir los bocadillos, la sopa y las frutas que la iglesia distribuye cada noche a unas doscientas personas.
Hasta ahora, estos "se ponían en fila en la calle, pasando frío y lloviendo", cuenta el religioso.
"Nos preguntamos por qué esto no se puede hacer en un restaurante, y no en un comedor social, y nos pusimos a buscar restaurantes que nos pudieran ceder" el local. Y fue así como nació la idea de Robin Hood.
El nuevo restaurante tiene dos servicios para los sin techo, es decir 100 cenas para personas que suelen frecuentar la iglesia de San Antón.
El templo, a su vez, se convirtió en una institución cuando el padre Ángel tomó las riendas el año pasado, con la convicción de que debía estar abierto a todo el mundo.
Así que no sólo sirve comida, sino que también se transmiten intervenciones del Papa en televisión y partidos de fútbol.
En el belén del año pasado, el niño Jesús estaba representado por una figurilla de Aylan Kurdi, el niño sirio de tres años que conmocionó al mundo al aparecer ahogado en una playa turca, para destacar el drama de los refugiados.
El propio sacerdote bautiza además a los niños de parejas homosexuales, por lo que mucha gente de toda España va a verlo por curiosidad, además de los que suelen ir a la misa el domingo.
"Cada día vienen más de 1.000 personas", asegura.
Horrorizado por el trato que se daba a los niños en los orfanatos, el padre Ángel fundó en 1962 "Mensajeros de la Paz", cuando era veinteañero, con la idea de crear hogares para menores abandonados.
Desde ahí, la asociación creció y empezó a atender a jóvenes con sida o aquejados de adicciones, niños discapacitados, ancianos y mujeres víctimas de violencia doméstica.
Financiada a base de donaciones, subsidios y otros ingresos, también ofrece ayuda humanitaria en el extranjero. Emplea a cerca de 4.000 personas, a las que se añaden unos 4.200 voluntarios.
A lo largo de los años, el padre Ángel ha acumulado numerosas anécdotas, como el día en que se fue a pedir dinero al dictador Francisco Franco y lo hizo llorar.
"Nos preguntó qué era la obra de Mensajeros de la Paz, y dije que era para niños a los que los papás los habían echado o no estaban casados o en la cárcel", recuerda.
"Vi unas lágrimas, ya era mayor, dos o tres años antes de morirse él (en 1975). Y él me dijo: yo fui un niño de esos porque mis padres estaban separados".
"Aquello te conmueve, que un señor mayor reconozca que yo fui un niño de esos y vestido de militar como estaba"