Christchurch, Nueva Zelanda. La tranquila ciudad de Christchurch, que aún se recupera del gran sismo del 2011, estaba de nuevo conmocionada el viernes mientras la Policía armada patrullaba las calles y los habitantes trataban de entender lo sucedido.
Horas después de que murieron 49 personas en la mezquita Masjid al Noor y en otro pequeño lugar de culto situado en el suburbio de Linwood, miembros de la muy unida comunidad musulmana se congregaron en silencio en el cercano parque Hagley.
“Este es el más pacífico, encantador lugar de la tierra y seguirá siéndolo”, dijo un palestino que no quiso identificarse.
Por unos minutos durante las oraciones del viernes, esta “ciudad jardín”, un “encantador lugar”, fue escenario de un insondable acto de odio.
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Minutos después de que el hombre disparó al concluir la tarde, acudieron al lugar civiles y policías armados para cerrar tiendas y negocios.
Las escuelas de la ciudad fueron acordonadas, mientras se escuchaban las sirenas de los vehículos policiales y las ambulancias que acudían a las mezquitas para llevar muertos y heridos al hospital Christchurch, situado al otro lado del parque.
Debido al bloqueo de la ciudad y el acordonamiento de las escuelas, padres y madres vivieron horas de incertidumbre por lo que hubiera podido ocurrir a sus hijos.
Que nada cambie aquí
Muchos esperan que la sociedad abierta en la que viven no cambiará, pese a que en unos minutos se registraron tantos asesinatos como los que ocurren en todo un año en el país.
La alcaldesa, Lianne Dalziel, con lágrimas y conmocionada insistió en la unidad: “Parece que lo peor ha ocurrido y tenemos que unirnos para superar esta situación”.
La primera ministra, Jacinda Ardern, calificó lo ocurrido como “uno de los más sombríos días de Nueva Zelanda”.
Christchurch, situada en la isla Sur de Nueva Zelanda, ya ha conocido la tragedia. Ocho años antes, 185 personas murieron por un fuerte terremoto que destruyó gran parte de la ciudad el 22 de febrero del 2011.
Los habitantes expresaron que están determinados a que esta tragedia, como la anterior, contribuirá a mantener unidos a los habitantes de Christchurch, sin que importe la religión que profesen.
Al llegar la noche, Wendy Johnson y su esposo acudieron llorando al parque Hagley para depositar un gran helecho, símbolo de la nación, así como flores de lirio, en homenaje a los muertos.
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“Recogimos el helecho en nuestro jardín para expresar a la comunidad musulmana que nuestros corazones están rotos y somos solidarios con ellos”, manifestó llorando Wendy Johnson.
“Deben estar protegidos para que puedan orar cuando lo deseen. Es increíble. No debe haber tolerancia con lo ocurrido en nuestra sociedad”, agregó.