Asustados, con pérdidas materiales pero con salud. Así se encuentran algunos costarricenses –consultados por La Nación – que viven en Gran Caimán (el Caribe) Nueva Orleans y Florida (EE. UU.), tras el paso del huracán Iván .
“La situación está muy dura. Todo está destruido. Hay mucha desolación aquí. Lo único que quedó de mi casa fue una pequeña esquina; allí estamos durmiendo. No hay luz, no hay agua”, aseguró Odilie Matamoros, vía telefónica desde Gran Caimán, con la voz entrecortada.
“Mi esposo salió a buscar comida y compró unas sardinas y seis botellas de agua, lo único que le venden a cada familia. Yo saldré el sábado para Costa Rica porque necesito que mi hija, de seis años, tome agua y coma bien”.
Aunque Iván arrasó con las Islas Caimán la semana pasada, es hasta ahora que se sabe cómo están los ticos allá tras el reestablecimiento de las telecomunicaciones esta semana.
Menos dramática es la situación de varios connacionales en Estados Unidos.
“Es la primera vez que me pasa esto en mis cinco años de vivir acá (en Nueva Orleans). Gracias a Dios y a la Virgen de los Ángeles no pasó nada”, contó Teresa Vargas. Allí vive con su esposo y dos hijas.
Su caso es muy similar al de Carlos Hidalgo, costarricense con 40 años de vivir en el sur de Estados Unidos.
“Evacuamos el martes y duramos nueve horas en llegar a Jackson, Misisipi (lo habitual son tres horas). En mi casa tengo una pequeña pulpería para emergencias como esta. No nos pasó nada y la casa no sufrió daños”.
Johanne Leigh, cónsul de nuestro país en Luisiana señaló que, hasta la fecha, los costarricenses en Nueva Orleans, Alabama y Misisipi no se han visto afectados, según sus primeros informes. Ella tiene registrados cerca de 500 ticos en esas regiones.
Sandra Esquivel Soto, con un año de vivir en Kisimmee, Florida, dijo que está viviendo las consecuencias del paso de Iván .
“ Cuando evacuamos compramos provisiones pero ahora que volvimos no hay nada: no hay carbón, no hay gas, no hay baterías”.