Nueva York
El multimillonario Michael Bloomberg termina este martes su mandato en la alcaldía de Nueva York tras doce años, una "era" marcada por profundas transformaciones en la ciudad más grande de Estados Unidos, pero también por críticas sobre crecientes desigualdades que su sucesor Bill de Blasio promete corregir.
Bloomberg brindó el domingo su 601.º y último mensaje semanal en la radio 1010 Wins News, en el que agradeció a los neoyorquinos por haberlo apoyado cuando era un "relativo desconocido sin experiencia de gobierno", y afirmó que hizo "todo lo que pudo" para mejorar a la ciudad que ama.
"Cada día en los últimos 12 años me desperté pensando cómo hacer a nuestra ciudad más fuerte y más segura, más saludable y más verde, más libre y más justa, más compasiva, más innovadora y emprendedora, con más oportunidad para todos. El miércoles a la mañana me levantaré y sonreiré, sabiendo que hicimos todo lo que pudimos para alcanzar esos objetivos", dijo.
En estos últimos días de mandato, el multimillonario de 71 años recorrió los cinco distritos de la ciudad (Manhattan, Brooklyn, Queens, Bronx y Staten Island) para pasar revista a sus logros desde que asumió el 1 de enero de 2002 en reemplazo de Rudolph Giuliani.
Como parte de su despedida, su retrato pintado por Jon Friedman fue colgado este lunes afuera del Salón Azul de la municipalidad, junto a los otros 107 alcaldes de Nueva York.
Según Bloomberg, un republicano que se convirtió en independiente y apoya a los demócratas en muchas cuestiones, fueron concretadas el 89% de las 611 promesas que hizo en sus tres campañas electorales en Nueva York en 2001, 2005 y 2009.
Apasionado de las estadísticas, sus fojas muestran que Nueva York se convirtió en "la más segura de las grandes ciudades" estadounidenses, con la tasa de asesinatos más baja en 50 años, pasando de los 649 en 2001 a 332 en 2013, según cifras hasta el 27 de diciembre.
Además, el turismo se desarrolló hasta alcanzar el récord de 54,3 millones de visitantes en 2013, la esperanza de vida aumentó dos años y medio desde 2002 y se han recuperado cientos de hectáreas para espacios verdes.
Su gestión de gobierno, iniciada apenas meses después del inmenso traumatismo colectivo que significaron los atentados del 11 de septiembre de 2001, se mantuvo muy activa hasta el final.
El pasado 19 de diciembre Nueva York aprobó la decisión de prohibir también el cigarrillo electrónico en los lugares públicos como bares, restaurantes, parques y playas, en sintonía con lo que ya ocurre con los cigarrillos y el tabaco, coronando una de las cruzadas más defendidas por Bloomberg .
Si medidas como ésta convirtieron a Nueva York en una ciudad pionera en materia de políticas públicas sobre salud, muchos le reprochan a Bloomberg un autoritarismo, reflejado por ejemplo en su intento de prohibir las sodas gigantes, que chocó este año contra fallos judiciales adversos.
También se lo critica con dureza por los controvertidos controles y cacheos espontáneos de la policía, acusada de discriminación racial contra hispanos y negros.
Pero, sobre todo, la mayoría de los neoyorquinos siente que la brecha entre ricos y pobres no ha dejado de ampliarse a lo largo de estos doce años.
Según la Coalición por los Sin Techo, el número de personas que no tienen un lugar propio para dormir llegó en junio pasado a un récord de 52.400, incluyendo 22.100 niños.
La cantidad de neoyorquinos que recurre a comedores populares porque no ganan lo suficiente para llegar a fin de mes ronda los 1,4 millones, es decir uno de cada seis de los 8,33 millones de habitantes de la Gran Manzana, de acuerdo con la Coalición contra el Hambre de la Ciudad de Nueva York.
Bloomberg rechaza estas críticas e insiste en que ha hecho de la ciudad un lugar con más oportunidades, resaltando por ejemplo los cerca de 4 millones de empleos con que cuenta la ciudad hacia fines de 2013, un récord y un incremento de 13% respecto de 2001.