Los Ángeles. La decisión de Donald Trump de seleccionar a figuras reconocidas por sus posiciones duras en materia de inmigración y deportaciones confirma la intención del presidente electo de cumplir una de sus promesas de campaña, aunque el equipo enfrentará importantes desafíos.
La inmigración ilegal resultó ser un tema clave para los votantes en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Las promesas de Trump de cerrar la frontera y realizar la mayor deportación en la historia del país resonaron en las urnas.
Sin embargo, concretar estas promesas parece complicado, según expertos en el área.
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Aaron Reichlin-Melnick, asesor del Consejo Americano de Inmigración, sostiene que existen entre 13 y 15 millones de migrantes sin documentos en Estados Unidos, no los 20 millones que Trump menciona sin respaldo en sus discursos. Por ello, hablar de deportaciones masivas “no es realista”.
El abogado de esta organización sin fines de lucro indicó que sería necesario emplear a decenas de miles de funcionarios para operar cientos de centros de detención y tribunales en todo el país. Esto tendría un costo extraordinario y requeriría mucho tiempo.
“Estimamos que tomaría más de una década deportar a 13 millones de personas”, afirmó a esta agencia. “Y eso suponiendo que el Congreso financie al gobierno con cerca de un billón de dólares para ejecutar esas deportaciones masivas”.
Más allá de los desafíos prácticos, el perfil de las figuras elegidas por Trump para esta área refleja una fuerte determinación del magnate.
Entre las primeras nominaciones de Trump sobresale un “zar fronterizo” a pocos días de su arrolladora victoria del 5 de noviembre.
Tom Homan, director del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) durante el primer mandato de Trump, supervisó la criticada política de separación de niños y padres en la frontera con México.
El expolicía también lideró las operaciones de remoción del servicio en 2013, durante la gestión de Barack Obama. Aunque en sus inicios los republicanos lo consideraban blando, Trump elogió su dureza, afirmando: “Se ve muy duro, se ve muy malo”.
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En un discurso reciente, Homan, quien contribuyó al Proyecto 2025 que sirvió de base para la propuesta de gobierno conservadora, abogó por un ambicioso programa de deportaciones.
“Nadie está a salvo en la próxima administración”, advirtió en la Conferencia Nacional de Conservadurismo. “Si estás aquí de forma ilegal, será mejor que mires a todos lados”.
Seguridad fronteriza
Homan trabajará en conjunto con la designada de Trump para el Departamento de Seguridad Nacional, la gobernadora de Dakota del Sur, Kristi Noem.
La republicana de 52 años ganó fama cuando rechazó ser la vicepresidenta de Trump y admitió en su biografía que mató a su perro Cricket por ser “imposible de entrenar”.
A pesar de que su estado no limita con México, Noem recibió aplausos de la derecha al enviar efectivos de la Guardia Nacional a la frontera.
Tras su nominación, Noem afirmó sentirse “honrada”. “Aseguraremos la frontera y restauraremos la seguridad de las comunidades estadounidenses para que las familias puedan perseguir el sueño americano”, declaró.
El enlace de esta área con la Casa Blanca recaerá en Stephen Miller, nombrado jefe adjunto del gabinete, un cargo con atribuciones prácticamente ilimitadas.
Miller, uno de los rostros más visibles de la anterior administración de Trump, es un judío de 39 años de origen californiano que se ha destacado por su postura firme contra la inmigración.
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Fue el principal impulsor de la llamada “Prohibición a personas musulmanas” en 2017, que restringía la entrada a ciudadanos de Irán, Irak, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen.
Aunque su familia presuntamente huyó de los pogromos contra judíos en Europa Oriental a principios del siglo XX, en 2019 Miller abogó contra la admisión de refugiados en Estados Unidos, según reportes.
En un mitin reciente en el Madison Square Garden de Nueva York, donde en 1939 se reunieron personas a favor del nazismo, Miller le aseguró a los seguidores de Trump: “Estados Unidos es sólo para los estadounidenses”.