Pasó lo que se esperaba: al igual que hace un año, Donald Trump se libró de una condena en el Senado, que lo sometió a un juicio político (impeachment) por segunda vez. Aunque en esta, el magnate inmobiliario ya estaba fuera de la Casa Blanca. Ergo, no podía ser destituido, pero un fallo adverso hubiera abierto la puerta a una inhabilitación política.
Entonces, el exmandatario --quien sigue sin admitir su derrota electoral frente a Joe Biden en noviembre, y dé por seguro que nunca la reconocerá-- trabaja desde ya en su soñado regreso triunfal a Washington, empujado por las urnas en el 2024. “Volveremos pronto, de alguna forma”, dijo en la base aérea Andrews el 20 de enero en su despedida.
Trump no lo ha dicho explícitamente, pero es muy probable que busque retornar al primer plano político para intentar sentarse de nuevo en el Salón Oval. Cuenta, por lo menos hasta ahora, con fieles seguidores y una influencia fuerte en el Congreso, donde la inmensa mayoría de legisladores lo acuerpan.
Aunque, a diferencia del apoyo monolítico de los senadores en el primer juicio por abuso de poder y obstrucción del Congreso, por los cuales fue absuelto en febrero del 2020, un año más tarde siete republicanos votaron en favor de condenarlo por “incitación a la insurrección” tras el asalto al Capitolio, el 6 de enero.
Más aún, Mitch McConnell, correligionario y quien fue uno de los principales escuderos del exgobernante, lanzó una dura crítica a este y lo consideró “moralmente responsable” de lo ocurrido aquel día.
Las turbas actuaron, expresó el líder de la bancada republicana, “porque el hombre más poderoso del planeta los alimentó con mentiras”, al negar su derrota en las elecciones presidenciales del 3 de noviembre.
“Las acciones del expresidente Trump antes de los disturbios constituyeron una vergonzosa, vergonzosa, violación a sus deberes”, denunció.
No obstante tal vehemencia, McConnell apoyó la exculpación con base en el alegato de que el Senado no tenía potestad para condenar a un expresidente, caballo de batalla de los abogados de Trump.
Listo para el contragolpe
Esas palabras ya están en la libreta de Trump, decidido a cobrar facturas a quienes le fueron “infieles”.
McConnell está en la mira. El exmandatario exhortó a los republicanos a deshacerse del líder de la bancada en el Senado so pena de que “no volverán a ganar” nada si continúan bajo su conducción.
El expresidente ha sido enfático en que cobrará caro y desde ya anuncia que respaldará en las elecciones primarias para cargos en el Congreso a sus leales contra sus traidores.
Ello explica la cautela de la mayoría de representantes y senadores en la cuestión de los hechos bochornosos en el Capitolio. No olvidan que en noviembre del 2022 habrá votaciones legislativas de medio periodo y muchos desearán reelegirse, y no quieren ver a Trump echándoles encima una aplanadora.
Si bien los republicanos lograron evitar la condena y el entierro político el expresidente, las aguas internas seguirán agitadas por el impacto de la irrupción en el Capitolio. Hay quienes buscarán quitarse a Trump de encima.
Viene lo que, según el gobernador de Maryland y fuerte crítico del exgobernante, Larry Hogan, anticipa como la “verdadera batalla por el alma del Partido Republicano.”
Como decía el recordado narrador de beisbol Buck Canel: “No se vayan, que esto se pone bueno”.
Draghi, ¿el salvador de Italia?
La política también ha sido asunto de primer orden al otro lado del Atlántico. Esta vez en Italia.
El economista Mario Draghi consiguió unir en una coalición heteróclita a todo el abanico político, desde la Liga ultraderechista de Matteo Salvini hasta los socialdemócratas de otro Matteo (Renzi), el mismo que abrió la última crisis de gobierno al zafarle la tabla al ejecutivo de Giuseppe Conte.
Antes de seguir: los gobiernos pluripartidistas no son nada extraños en el país; la convivencia a regañadientes es un sello italiano luego de la caída del fascismo.
El expresidente del Banco Central Europeo es una figura respetada dentro y fuera de Italia. Se lo considera el salvador del euro cuando la crisis del 2008 sumió a varios países en apuros por el elevado endeudamiento público y altos déficits que hicieron tambalear la moneda común.
Ahora, el reto de Draghi será también mayúsculo: revivir una economía que tuvo en el 2020 un desplome del 8,9% de su producto interno bruto (PIB), arrastrada por el durísimo impacto de la pandemia de covid-19 que ha cobrado casi 100.000 vidas.
La tercera economía de la zona euro depende en gran medida del fondo extraordinario otorgado por la Unión Europea de más de 200.000 millones de euros ($240.000 millones) para la reconstrucción del país y cuyo programa detallado deberá ser presentado en abril.
La disputa sobre las prioridades para usar esos recursos fue una de las causas que llevó a la caída del gobierno de Conte.
De allí que, en busca del voto de confianza del Parlamento para su equipo y su gestión, Draghi apeló a la unidad como “un deber” y condición vital para emprender la reconstrucción del país.
El quid de la cuestión es la estabilidad del nuevo gobierno, que no es precisamente una característica que distinga a la Italia posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Cataluña, más de lo mismo
Quedémonos en Europa y también con política.
En Cataluña hubo elecciones legislativas el 14 de febrero, las cuales no alteraron en gran medida el tablero político. Como se preveía, las fuerzas independentistas ratificaron y ampliaron levemente su mayoría en el próximo Parlament.
Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Junts per Catalunya (JxC) y CUP suman 74 de los 135 escaños de la cámara regional, suficientes para dejar por fuera toda aspiración de los socialistas de Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español, de dar un golpe de timón en esa comunidad autónoma.
En la legislatura anterior, los separatistas tenían 70 bancas.
Sí hubo algunos reacomodos en los números: el Partido Popular, acérrimo crítico del independentismo, se desplomó y quedó reducido a una agrupación residual con solo tres curules, mientras que la ultraderecha de Vox, más recalcitrante en su oposición a los secesionistas, debutará en el hemiciclo con 11 representantes.
Queda por ver cómo se acomodan los independentistas en el reparto del poder, si se impone la postura de choque frente a Madrid de JxC o la más moderada de ERC.
Los números tras los comicios permiten también una posible coalición de izquierdas con ERC, los socialistas y Podemos, pero los dos primeros han descartado tal bloque.
“El escenario más plausible es la repetición de la coalición ERC-JxC, con ERC al frente”, consideró Berta Barbet, de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Sin duda, Sánchez seguirá con mucha atención aquella negociación pues la supervivencia de su gobierno coligado con la izquierda dura de Podemos ha sobrevivido gracias a los votos de ERC en el Parlamento nacional.
Por esta semana, es todo.
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