Praga. EFE Vasil Bilak, exmiembro del Comité Central del Partido Comunista de la antigua Checoslovaquia y unos de los instigadores de la invasión soviética que puso fin a la llamada Primavera de Praga en 1968, murió el jueves pasado a los 96 años, informó la prensa eslovaca.
El fallecimiento de Bilak en Bratislava fue confirmado por el líder del Partido Comunista de Eslovaquia (KSS), Jozef Hrdlicka.
Bilak nació en 1917, durante la época del Imperio Austro-Húngaro, en Rutenia, en la región más oriental de lo que iba a ser luego Checoslovaquia, hoy Eslovaquia, y se formó como sastre, profesión que ejerció hasta 1949.
Su carrera política comenzó en 1954 como miembro del Parlamento unicameral de la entonces República Eslovaca, que pertenecía a la Federación Checoslovaca.
Como miembro del Comité Central de Partido Comunista, al que perteneció entre 1954 y 1989, solicitó, en una carta enviada a Moscú, el envió de tropas del Pacto de Varsovia para liquidar el movimiento aperturista del ala moderada de su propio partido, liderada por Alexander Dubcek.
Así, el país fue invadido el 21 de agosto de 1968, por las tropas de la Unión Soviética y de otros cuatro países del Pacto de Varsovia (Alemania Oriental, Bulgaria, Hungría y Polonia).
Vasil Bilak era el único superviviente de cinco altos dirigentes comunistas de línea dura que firmaron aquella misiva, que acabó con la libertad de expresión, de publicación y de movimiento de personas que había permitido el régimen de Dubcek.
Producto de la ocupación, hubo enfrentamientos que dejaron un centenar de muertos en pocos días.
Bilak, un fiel guardián de la ortodoxia leninista, se convirtió en 1969 en el número dos del nuevo régimen prosoviético, cargo que conservó durante dos décadas.
Su posición se vio debilitada con la elección en 1985 de Mijaíl Gorbachov al frente del Partido Comunista soviético. Renunció a su cargo en 1988, poco antes de la Revolución de Terciopelo que a fines de 1989 puso fin al comunismo.
Bilak fue acusado de alta traición, pero la Justicia eslovaca nunca siguió el caso tras la división del país en 1993. Y vivió sus últimos años sin complicaciones, en su residencia de Bratislava.