"Nos sacaron porque decían que la casa se iba para abajo. El gobierno nos dio $23.000, pero no sabemos adónde vamos", comentó entre lágrimas Bermúdez, de 43 años, acostada sobre una de las vigas que sostenía su antiguo hogar.
Su casa y miles más, enclavadas en las montañas de los sectores populares de Nueva Tacagua y Gramoven, empezaron a evacuarse hace algunas semanas, y el gobierna espera desalojar en total a 133.000 personas, según cifras oficiales.
El plan ha desatado críticas entre los habitantes de las seis villas miseria de la zona, pues los obreros demuelen casas y apartamentos en el instante en que son desalojados, para evitar el reingreso.
"Prácticamente están demoliendo con nosotros adentro. Están dejando apenas las vigas y no piensan que eso puede terminar en una tragedia", dijo entre gritos María Isava, habitante de un edificio destruido en Nueva Tacagua.
Única salida. Isava, de 65 años, acusó al gobierno de aplicar una política "terrorista", aunque reconoció que es "la única forma" de sacar a los moradores.
"Nos están matando de angustia. A cualquier hora pueden llegar y nos sacan como unos perros. Ya nos cortaron el agua, la luz apenas llega y el hampa hace su agosto recogiendo los escombros con uno al lado", se quejó la ama de casa.
Efectivos militares, policiales y de Defensa Civil, junto con comités de tierras integrados por vecinos afectos al gobierno de Hugo Chávez, trabajan a contrarreloj en censos para hacer los pagos a los habitantes y ejecutar los desalojos.