Ciudad Ho Chi Minh. AFP. Cuarenta años después de ganar la guerra, el partido comunista sigue dirigiendo Vietnam con mano de hierro, pero muchos consideran su victoria a medias, en un país donde reinan el capitalismo, la corrupción y la desigualdad social.
Desde la caída de Saigón, el 30 de abril de 1975, Vietnam ha pasado de ser una sociedad rural pobre donde se pasaba hambre, a un país de ingresos medios, miembro de la Organización Mundial del Comercio.
Precisamente,este jueves, los dirigentes comunistas de Vietnam se reunirán para un gran desfile militar en Ciudad Ho Chi Minh -la antigua Saigón- para conmemorar el día en que sus tanques entraron en la ciudad y precipitaron la rendición de Vietnam del Sur, apoyado por Estados Unidos, y luego reunificaron el país tras una guerra que dejó millones de muertos.
Según sus detractores, el partido comunista es ahora moralmente corrupto y ha abandonado los sueños de igualdad social de su fundador, Ho Chi Minh, para convertirse en un aparato de control sobre una ciudadanía cada vez más crítica.
Contra la pared. "Esto no es un país comunista" afirma Le Cong Dinh, un abogado muy crítico con el Gobierno que desde el 2010 está en arresto domiciliario por subversión.
"Llegaron al poder adoptando el socialismo y el comunismo de Marx y Lenin y por esto todavía intentan seguir esta ideología. Pero lo que vemos en las calles de Vietnam es capitalismo, no comunismo", explica a la AFP este disidente, desde su casa de Ciudad Ho Chi Minh, muy vigilada por las autoridades.
Cambios. Los simpatizantes del Partido Comunista recuerdan en cambio las reformas de finales de los años 80, que trajeron prosperidad al país, con tasas de crecimiento impresionantes, grandes inversiones extranjeras y una reducción significativa de la pobreza.
"La parte positiva ha ido cambiando para convertirse en negativa", lamenta Huy Duc, autor de un libro sobre el Vietnam de posguerra.
El partido único se ha visto salpicado por varios escándalos de corrupción que, sin embargo, la población parece aceptar a cambio de la prosperidad de las últimas décadas, según los analistas.
El Gobierno comunista asegura, sin embargo, que está luchando contra la corrupción mientras la economía se mantiene en forma, con un crecimiento del 6,2% en el 2015, tras 24 años de progreso ininterrumpido.
Brecha. A pesar de la reunificación, muchos vietnamitas que vivieron la guerra creen que siguen existiendo grandes diferencias entre el norte comunista y el sur que no lo era, al que muchos jóvenes de hoy emigran porque lo consideran más liberal y menos conservador que Hanói.
"La reunificación se hizo en términos de control político y de la administración del país, pero no hubo una integración psicológica", asegura Nguyen Ngoc Bich, un abogado de 70 años que pasó 12 en un campo de reeducación después de la guerra.
Tras la rendición de Vietnam del Sur, miles de personas huyeron en botes improvisados. Muchos de ellos se ahogaron, pero los que consiguieron salir forman ahora una diáspora de 4,5 millones de personas que sigue siendo muy crítica con el Gobierno comunista de Hanói.
Según los historiadores, cerca de 200.000 personas de las que se quedaron en Vietnam del Sur fueron enviadas a centros de reeducación.
El último prisionero de esos campos no salió sino hasta 1992 pero el gobierno actual minimiza la magnitud de la represión.
"No hubo discriminación ni trato inhumano contra las personas del antiguo régimen", afirmó al AFP Vu Hong Nam, el presidente del Comité Nacional del Partido Comunista de los residentes en el exterior.