Montevideo. El izquierdista Yamandú Orsi, del Frente Amplio, y el oficialista Álvaro Delgado, de la coalición gobernante de centroderecha, se medirán en un balotaje para definir el próximo presidente de Uruguay. Así lo indican los resultados oficiales tras las elecciones del domingo.
Con más del 99% del escrutinio completado, Orsi obtuvo el 43,9% de los votos, frente al 26,7% de Delgado, informó la Corte Electoral la madrugada de este lunes. Orsi, heredero político del expresidente José “Pepe” Mujica, llegó como favorito, pero consiguió menos votos de lo proyectado en los sondeos. Por su parte, Delgado, exsecretario de la Presidencia del actual mandatario Luis Lacalle Pou, superó las expectativas.
La segunda vuelta, prevista para el 24 de noviembre, se activará al no alcanzarse la mayoría absoluta. “Vamos en estos 27 días por ese último esfuerzo con más ganas que nunca”, dijo Orsi la noche del domingo ante miles de simpatizantes, con el escudo nacional como fondo. “Falta poco, ¡triunfaremos!”, agregó, llamando a la unidad de los uruguayos y subrayando que el Frente Amplio fue la fuerza más votada.
Delgado celebró rodeado por los aliados de la coalición oficialista, que también incluye al Partido Colorado (centroderecha, 16%), Cabildo Abierto (derecha, 2,6%) y al Partido Independiente (centroizquierda, 1,7%). “Empezamos hoy otra etapa de una lógica diferente”, afirmó Delgado. “La coalición es el proyecto político más votado del país”.
¿El último voto de Mujica?
Orsi, un profesor de historia de 57 años, y Delgado, veterinario de 55, vencieron a otros nueve candidatos que competían por suceder a Lacalle Pou, quien mantiene un índice de aprobación del 50%, pero no puede aspirar a la reelección inmediata por mandato constitucional. “No se gana el gobierno sin nosotros”, aseguró previamente Andrés Ojeda, abogado del Partido Colorado y tercero en la carrera. “¡Vamos a estar hombro a hombro para ganarle al Frente Amplio!”, prometió.
Identidad Soberana, un partido fundado en 2022 como alternativa a los bloques mayoritarios, logró un 2,69% de los votos, según la Corte Electoral. Orsi busca devolver la presidencia a la izquierda, que perdió en 2020 tras gobernar durante tres periodos consecutivos, uno de ellos bajo la administración de Mujica (2010-2015).
El expresidente, de 89 años, actualmente se recupera de problemas de salud derivados de un cáncer de esófago, pero participó activamente en la campaña. Votó apenas abrieron los centros electorales. “Capaz que es mi último voto”, comentó, desde una silla de ruedas, rodeado de cámaras.
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Ilusiones en ambos bandos
Patricia Varela, estudiante de derecho de 36 años y trabajadora administrativa, asistió al evento de celebración del Frente Amplio en la Ciudad Vieja de Montevideo, donde habló Orsi. “Esperaba un poco más, pero aún queda camino”, expresó sobre las proyecciones del escrutinio. “Apoyo al Frente Amplio porque buscamos un gobierno para todos, no solo para unos pocos”, añadió junto a su hija, rodeada de banderas rojas, azules y blancas.
En el mitin de la coalición gobernante también se respiraba optimismo, con música y cánticos que coreaban “No vuelven más, no vuelven más” en referencia al Frente Amplio.
“El resultado superó mis expectativas”, dijo Estela Santos, funcionaria del Ministerio de Defensa, de 58 años, quien votó por el Partido Nacional. “Esperamos mantener nuestro apoyo y ganar algunos votantes más”, añadió, confiada en la posibilidad de seguir gobernando.
Plebiscitos rechazados
Más de 2,7 millones de uruguayos estaban habilitados para elegir al nuevo presidente y renovar el Parlamento bicameral. Además, votaron en dos plebiscitos que no alcanzaron la mitad más uno de los votos necesarios. El más controvertido, impulsado por la central sindical Pit-CNT con respaldo del Frente Amplio, proponía reducir la edad mínima de jubilación de 65 a 60 años y eliminar los planes de pensiones privados. Solo consiguió el 38,8%.
El segundo, apoyado por el oficialismo y rechazado por la oposición, pretendía permitir allanamientos nocturnos en los hogares. Alcanzó solo el 39,4% de votos. La seguridad pública sigue siendo la mayor preocupación en Uruguay, un país con altos ingresos per cápita y bajos niveles de pobreza y desigualdad en la región, pero afectado por el incremento de la violencia vinculada al narcotráfico.