Unos 20.000 adultos mayores en el país podrían vivir con algún tipo de demencia, especialmente, la causada por la enfermedad de Alzheimer.
Para dimensionar el impacto de esto, esa cifra hay que multiplicarla, al menos por cinco, para tomar en cuenta la gran cantidad de personas que conviven con un anciano o anciana que padece problemas graves de memoria y trastornos de la conducta que demandan cuidado permanente.
El dato es un cálculo de la Clínica de la Memoria, del Hospital Nacional de Geriatría y Gerontología, Raúl Blanco Cervantes, a partir de números de incidencia y prevalencia de otros países, porque en el nuestro esos estudios todavía no existen.
El geriatra de la Clínica de la Memoria de ese hospital, Daniel Valerio Aguilar, aclara que ya no se habla de demencia senil.
“Las demencias tienen apellido y ninguna es senil. Hay demencia por alzhéimer, demencia por parkinson, alcoholismo, traumas cráneoencefálicos, y demencia por accidentes vasculares cerebrales (derrames)”, explicó Valerio.
Tampoco es un asunto solo de la vejez, aunque se debe tomar en cuenta que ese es el principal factor de riesgo para el desarrollo de trastornos de la memoria.
Con el aumento en la expectativa de vida de los costarricenses, que sobrepasa los 80 años, y el crecimiento de la población adulta mayor, este tipo de trastornos se convertirá en todo un reto para la salud pública, si es que ya no lo es.
Según datos del Centro Centroamericano de Población (CCP), citados en un informe del Ministerio de Salud, el 7% de la población nacional tenía 65 años o más.
En el 2030, ese porcentaje crecerá al 14% y se pasará así de tener 312.000 adultos mayores hoy, a 771.000 para esos años.
Vivir con ellos. El 70% de los casos de demencia tienen como causa el alzhéimer, una enfermedad neurodegenerativa que comienza a manifestarse con dificultades severas en la memoria.
Desde el 2007, cuando se abrió la Clínica de la Memoria del Hospital Geriátrico, se ha evaluado a más de 3.000 pacientes. De ellos, el 70% tiene algún tipo de demencia, y entre un 10% y un 15% presenta deterioro cognitivo leve.
En el Hospital Nacional Psiquiátrico (HNP) hay un equipo de psicogeriatría desde el 2011. Al igual que en el Geriátrico, en el abordaje intervienen neurólogos, farmacéuticos, trabajadores sociales, enfermeras, psiquiatras y terapistas físicos.
En el HNP egresan 150 pacientes de ese servicio, 25% con demencia. Aquí, el mayor problema que enfrentan es el abandono: los familiares no vuelven por la mitad de sus pacientes, reveló Carla Subirós, psiquiatra del equipo.
El deterioro en la función cerebral y física en estos casos es progresivo. No se puede detener pero sí retrasar su avance, explicó Valerio. Con apoyo de terapia y medicinas se puede retardar el avance de síntomas cognitivos (fallos en la orientación, el lenguaje, el cálculo y la función ejecutiva: bañarse, comer, vestirse, caminar). También se puede retardar el desarrollo de los síntomas conductuales (delirios, ansiedad, depresión, agresividad o trastornos del sueño).
Mas esto depende de los cuidadores, y este es un tema pendiente. Como se vio antes, el aumento de esta población es acelerado, y la gente joven en capacidad de cuidarlos, es cada vez menos. Para Valerio, el Estado debe revisar la necesidad de dar licencias a los cuidadores, y fortalecer los centros diurnos para estos pacientes.