Santa Cruz, Guanacaste. ¿Experimento científico o botadero de basura?
A simple vista, lo que hay en la finca El Hacha -dentro del Area de Conservación de Guanacaste (ACG)- es un terreno fangoso, con vegetación casi inerte, suelos negros y gran proliferación de insectos.
Para unos esto es un suicidio ambiental. Para otros, un intento de buscar la regeneración natural.
En ese terreno, propiedad del Estado, se concentra un depósito de desechos de naranja que provienen de la empresa Del Oro S. A. -de capital británico- cuyas áreas de siembra de cítricos limitan con esa zona protegida.
Este "experimento" o este "botadero" causó una controversia que llegó, el 20 de octubre, hasta la Asamblea Legislativa cuando el ambientalista Alexánder Bonilla Durán denunció que el Estado permitía que sus tierras se usaran como botadero de una empresa privada.
Pero, fue el mismo Ministerio de Ambiente y Energía (Minae) el que pidió a Del Oro S. A. depositar esos desechos allí para desarrollar un experimento de regeneración natural. Así lo expresó Guillermo Jiménez, agrónomo de la ACG.
En total, fueron llevados a esta finca, ubicada en Santa Cecilia de La Cruz, 1.000 camiones con desechos de pulpa de naranja, a la cual se le extrajeron aceites y agua.
Mientras la discusión se da en ámbitos gubernamentales, políticos y ambientales, los vecinos de las comunidades cercanas al Area de Conservación, muestran indiferencia y desinformación, con algunas excepciones de líderes locales que externan preocupación.
"No hay contaminación"
José Luis Bolaños, gerente de producción de Del Oro S. A., que inició operaciones en 1996 y que se dedica a producir jugo de naranja y piña, negó que se esté contaminando y menos aprovechando las tierras del área protegida para depositar sus desechos.
"Nosotros desarrollamos varios mecanismos en los que utilizamos la pulpa de la naranja. Ahora, en nuestras propias tierras, estamos diseñando un modelo de abono orgánico y también colaboramos con el Area de Conservación de Guanacaste que nos da varios servicios ambientales".
No obstante, para el ambientalista Bonilla, esta es una explicación difícil de digerir. Según él, comprobó que se trataba de un "botadero de basura" sin ninguna regulación ni manejo.
"Yo no quiero afectar a nadie, ni a la empresa, ni al gobierno; simplemente estoy pidiendo que se dé un buen tratamiento y que termine con esa fuente de contaminación".
La presencia de tales desechos -dice- puede favorecer la reproducción de la mosca del Mediterráneo, una plaga que afecta a los cítricos.
Otro punto que cuestiona es el convenio firmado el 24 de agosto entre el Minae y Del Oro S. A. Bonilla alega que el "propósito del mismo es amparar las acciones de una empresa que produce desechos y no tiene dónde depositarlos".
A la censura se suma Rónald Vargas, cura párroco de La Cruz. "Esta situación es intolerable. Yo fui a la finca y lo que hay es un botadero, una podredumbre que genera moscas y contaminación. Muy cerca hay nacimientos de agua que por supuesto están contaminados. Es increíble que eso pase en un parque nacional".
Algunos vecinos, en cambio, reconocen que no están al tanto de la controversia o no creen que Del Oro esté afectando el medio.
"Yo no tengo ningún dato de que se esté contaminando nada, ni sé que estén botando basura en el parque; es más, no creo", dijo Rossy Corrales vecina de Santa Cecilia, La Cruz.
"Por ahí, en algún periódico, vi algo de que estaban contaminando las aguas, pero eso no es cierto. Además, cómo se va uno a poner a hablar de la uniquita empresa que le da trabajo a la gente. ¿Qué es lo que quieren, que esa gente se vaya de aquí y no tengamos en qué trabajar", preguntó Eustaquio Matarrita, vecino de La Cruz.
Es un experimento
La Nación visitó la finca El Hacha. Allí encontró una parcela donde se depositó algún tipo de material que ahogó la presencia de pastos y algunos árboles pequeños. Había una gran cantidad de insectos, algunos zopilotes y emanaba un olor fuerte y desagradable.
La explicación de Guillermo Jiménez, quien tiene a su cargo el experimento, es que esos son los efectos naturales de la descomposición de materia que se está generando.
"Nosotros, para hacer este proyecto, buscamos sitios con características peculiares: terrenos planos, de fácil acceso para poder monitorearlos, lejos de mantos acuíferos y de poblaciones".
Agregó: en este tipo de depósitos de material orgánico se generan insectos, pero no la familia de la mosca del Mediterráneo tal y como se ha dicho. "Lo que ocurre es que el concepto de áreas protegidas es más amplio, no hay una razón por la cual no pueda hacerse un experimento que puede traer beneficios en una zona".
Para Hernán Camacho, director de la Escuela de Biología de la Universidad de Costa Rica, siempre y cuando el proyecto se ejecute con la debida supervisión y cuidado, no tiene por qué representar un peligro. Además, afirmó, la provincia de Guanacaste no es crítica en cuanto a la proliferación de la mosca del Mediterráneo.