Ya no brotarán los rumores de pasillo entre el humo de las mesas de madera y el café. Ya no saldrán carcajadas de canosos tertulianos de toda la vida. Fueron décadas de romanticismo, de historia, que ahora serán solo recuerdos. La soda Palace, con más de setenta años, deja de existir.
Ayer los más fieles clientes estaban estrujando los últimos momentos de conversación, pues ese lugar de encuentro, en el corazón de San José, termina su ciclo el 31 de octubre.
Su dueño, José Calvo, hijo del responsable y espíritu de este "café Gijón" josefino, explica que el cierre se debe a que "un negocio como este no es viable en esta época".
Era un día de luto entre los grupos de clientes, todos de la fauna nostálgica y bohemia de la capital. En una de las mesas melancólicas, un escritor, un político, un extranjero y un periodista. Miguel Angel Agüero, de La República, lamentó la pérdida del espacio de encuentro diario.
Por eso, para hoy al mediodía, sus lugareños más frecuentes comerán, tomarán café, se fumarán un cigarro o dos o tres, por última vez, recordando.
Se acordarán, por ejemplo, como cuenta el lustrabotas del lugar, Bernardo Barrantes, de cuando Fidel Castro o Anastacio Somoza estuvieron allí. O de cuando, como comentó otro tertuliano, "el mismísimo presidente (John) Kennedy paró la limusina en plena calle y se bajó al Palace".
Hay otro, con muchos años a cuestas, que cuenta que el expresidente de Venezuela Carlos Andrés Pérez, en su exilio en Costa Rica, no tenía ni dinero para un café y que las trabajadoras se lo regalaban. U otro que musitó que el expresidente peruano Alan García amaneció cantando "a punta de guaro".
El más triste de todos, Felix Wiernik, otro militante de las reuniones, derrocha nostalgia ante el cierre. No es para menos, pues dice: "Es parte de mi vida, y si se cierra, se muere una parte importante de ella".