Trinidad, Sarapiquí. El fervor patrio supera cualquier limitación y obliga a ser ingenioso para demostrar ese sentimiento.
Ese fue el mensaje que ayer quisieron transmitir espontáneamente los alumnos de las escuelas de Sarapiquí, situadas en la margen costarricense del río San Juan, durante el recibimiento de la antorcha de la Independencia.
Al acto cívico, celebrado junto al monumento “Ruta de los Héroes de la campaña de 1856”, llegaron delegaciones de Fátima, Remolinito y Tambor de Sarapiquí.
La atención la captó la antorcha que los niños de Remolinito y Tambor construyeron utilizando materiales muy particulares; como una lata vacía de cerveza, dos latas de jugo y parte de un envase plástico como agarradera.
“No teníamos dinero para desfilar con una antorcha metálica o de madera, pero pudo más nuestro orgullo de ser ticos e hicimos una muy rústica”, explicó Juan José Matamoros, alumno de sexto.
Juan José y compañeros, algunos de ellos sin uniforme por las limitaciones económicas, viajaron 20 km por el río para no faltar al recibimiento de la antorcha.
Parte del combustible para el bote lo financiaron sus padres, humildes peones agrícolas.
El recorrido de la llama de la libertad tocó los pueblos de la Ceiba y Los Ángeles, gracias al esfuerzo conjunto de la Municipalidad, Ministerio de Educación Pública, Cruz Roja y boteros particulares.