Unos inundaron la sala con torrentes de ideas, desafiando una cuota personal de cinco minutos por exposición; otros apostaron por un solo concepto que fluyó como una gota incisiva y con efecto penetrante.
Así, con matices de forma pero muy sincronizadas en el fondo, fueron las propuestas que formularon, el viernes pasado, 50 líderes en distintos campos y actividades, durante un foro convocado por el periódico La Nacióncon el fin de propiciar la generación de ideas para el desarrollo del país.
La mayoría fue puntual y se mantuvo activa durante las nueve horas que duró el encuentro. Algunos otros, como el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Luis Paulino Mora; el expresidente Rafael Ángel Calderón; el precandidato liberacionista José Mi
Editorial Acuerdos para avanzar
guel Corrales; la defensora de los habitantes, Sandra Piszk, y los diputados Sonia Picado y Daniel Gallarno, no pudieron estar todo el tiempo, por compromisos de diversa índole. Pero todos aportaron propuestas y dialogaron con gran apertura. (Vea lista de asistentes aparte)
De la discusión se desprende una fórmula con la educación como punto de partida y como elemento disparador del desarrollo y de la generación de recursos que, administrados con eficiencia y conocimiento, permitan construir una mejor calidad de vida.
Pero su éxito dependerá de la generación de riqueza, la fluidez de los acuerdos políticos, y la estabilidad económica, entre otros factores.
La actividad, denominada "El avance posible", tuvo su origen en una serie de editoriales publicados por este diario entre el 17 y el 28 de enero, en los que se trataron cuatro grandes temas de interés nacional: el papel del Estado y la reforma política; la reforma económica y fiscal; los retos de la educación, y la calidad de vida.
Los invitados asistieron al auditorio "Manuel Jiménez Borbón", de este periódico, en su carácter personal y con el reto anunciado de marginar los diagnósticos para concentrarse en la proposición de soluciones a los problemas en cada materia.
Al final de la jornada, el encuentro dibujó un océano de coincidencias con aislados remolinos de discrepancias.
Su desarrollo giró en torno a cuatro exposiciones sobre cada uno de los cuatro grandes temas de los editoriales, tras cada una de las cuales se desarrolló una discusión orientada hacia las soluciones.
Estado y política Romper las rutinas
Con una punzante apertura, a las 8:37 a.m., el politólogo Rodolfo Cerdas --expositor de la primera fase-- provocó la reacción de los panelistas invitándolos a concebir una reforma política "partiendo de lo concreto, lo inmediato y lo posible".
Durante las siguientes dos horas las diferencias casi no se asomaron y más bien se esbozaron criterios afines tendientes a la descentralización del Estado, la participación de la sociedad civil en la definición de modelos de desarrollo, la rendición de cuentas y la ruptura de rutinas en los procesos de toma de decisiones.
Los participantes también abogaron por procurar actos de confianza que devuelvan la credibilidad de los ciudadanos en las entidades estatales.
Pero ¿cómo lograr esas metas? El menú de sugerencias fue variado, y no siempre coincidente: convocar a una asamblea constituyente, transferir poder a las municipalidades, fijar plazos para la aprobación de proyectos en el Congreso, eliminar los controles a priori en la administración pública, informar más a los ciudadanos sobre los proyectos políticos y hasta crear una entidad "suprapartidista" legitimada para definir soluciones. (Vea recuadro aparte)
Reforma económica Producción y estabilidad
La exposición de Francisco de Paula Gutiérrez, economista y ex ministro de Hacienda, taladró directo en los "discos duros" de los participantes para dar paso a la transferencia de conocimientos y experiencias.
Hilvanó en diez minutos las llagas de la economía nacional junto con una descarga de preguntas instigadoras: "¿Cómo crecer de manera sostenida?, ¿Cómo distribuir los beneficios?, ¿Necesitamos monopolios? ¿Queremos inversión extranjera de cualquier tipo o selectiva?"
Contrario a las discusiones partidistas que se desarrollan en otros espacios, las posiciones extremas sobre la privatización de instituciones públicas no secuestraron el debate económico del viernes. En general, los panelistas minimizaron sus diferencias y articularon un concepto de "estado regulador" de la actividad productiva, centrado en actividades esenciales y alejado de las que no lo son.
Este bloque se nutrió de llamadas de alerta para fomentar el trabajo como generador de producción, una mayor disciplina fiscal, un mejor manejo del presupuesto nacional y el fortalecimiento del sector industrial.
El rol de la inversión extranjera se concibió con distintos matices: algunos la invocaron como la salvación de nuestra economía, otros la relegaron ante el potencial de la producción nacional e incluso se propuso no eximir a los capitales foráneos de algunas cargas impositivas.
Los panelistas sacaron del congelador el tema de la deuda interna con todo y sus amenazas, y retomaron la necesidad de eliminar los subsidios particulares para canalizar esos recursos a otros sectores, como la salud y la educación.
Reto educativo Calidad y utilidad
Precisamente el tema de la educación fue el más privilegiado por los panelistas, quienes lo concibieron como el insumo esencial del desarrollo e hicieron fluir sus propuestas alentados por la exposición del ministro de Educación, Guillermo Vargas: "Las mochilas de nuestros niños no deben llevar solo conocimientos, sino también valores", dijo en su exposición.
La discusión perfiló padres de familia más comprometidos con la educación de sus hijos, mayores exigencias para los docentes y el replanteamiento de los programas de estudio en la educación primaria y secundaria.
El motor generador de cambio, según los panelistas, debe alimentarse con sentido crítico, ruptura de jerarquías, énfasis en las inteligencias múltiples, el fomento de la lectura y una mayor cobertura del sistema formal de educación.
Esas máximas aterrizaron en lo concreto con propuestas innovadoras como pasar la administración de los centros educativos a los padres de familia, lanzar docentes a los centros de trabajo, seleccionar mediante un examen a los educadores y calificar las carreras universitarias con estrellas según su calidad, como se hace con los hoteles.
También se instó a fomentar un espíritu empresarial entre los estudiantes universitarios para que no vean limitadas sus oportunidades de desarrollo.
Calidad de vida Identidad y bienestar
La canasta básica del supermercado de la vida la resumió Miguel Gutiérrez Saxe, coordinador del proyecto del Estado de la Nación, en siete "productos" muy cotidianos: educación secundaria y alimentación para todos; pensión básica y salud universales; calidad del agua y del aire; una adecuada red vial, de transporte y de espacios públicos; seguridad ciudadana en los barrios y la rendición de cuentas y cambios tributarios.
Gutiérrez estimuló un ejercicio de intercambio de ideas que llegó menos acompañado de propuestas que en los otros bloques, pero cargado de humanismo y sensibilidad común.
Todos se identificaron con el efecto de "desesperación" que provoca el atascado tráfico vehicular en el área metropolitana, mencionaron que la pobreza no debe atacarse con regalos sino con "cañas de pescar" y alertaron sobre el peligro de la desintegración social y la pérdida de identidad común, alimentada por la creciente tendencia de vivir en condominios o "nichos" cerrados.
Las ponencias buscaron crear espacios públicos físicos o simbólicos para integrar a los distintos sectores mediante experiencias compartidas, así como recuperar la experiencia de los funcionarios especializados en temas sociales, obligándolos a documentar sus conocimientos.
También se enfatizó en la necesidad de exigir conocimientos especializados a los funcionarios según su campo de trabajo, para evitar que sean embaucados por terceros en la toma de decisiones que afectan al país.
Cuatro pilares brotaron insistentemente durante toda la jornada de discusión: la conciencia de que no pueden seguir posponiéndose las soluciones, la necesidad de exigir la rendición de cuentas en todos los sectores, la conveniencia de adoptar políticas a largo plazo y la resignación positiva de aceptar soluciones consensuadas aunque algunos piensen que no responden a máximas aspiraciones.
La diversidad y representatividad de la concurrencia, el despliegue apabullante de ideas y la excitativa de transformar las palabras en acciones sembró un poco de incertidumbre conforme se acercaba el cierre de la actividad.
"¿Y ahora qué?", susurró alguno desde su asiento en panel circular.
La incógnita la resolvió Eduardo Ulibarri, director de La Nación y organizador del evento, en sus palabras de clausura: "La iniciativa pretendía propiciar la búsqueda de soluciones que serán divulgadas, pero son las instancias correspondientes las que tienen la facultad para ejecutarlas".
Así, dejó la última palabra en los líderes nacionales, muchos de los cuales compartieron en la misma mesa durante el encuentro.
Colaboró en esta información Berlioth Herrera, de La Nación.