La próxima vez que vaya a un río, antes de darse un chapuzón mire hacia arriba, porque si llueve en las montañas, una cabeza de agua podría sorprenderlo.
Estas masas de agua que los especialistas llaman "avenidas" no tienen hora ni lugar fijos. Por el contrario, el riesgo existe en los ríos de todo el país, especialmente en los de la Cordillera Volcánica Central -sistema montañoso que abarca los volcanes Poás, Barva, Irazú, Turrialba- y el único requisito es que haya mucha precipitación, como explicó Douglas Salgado, jefe de información de emergencias de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE).
¿Cómo se forman?
La humedad proveniente del mar y transportada por el viento genera lluvia, que con mucha frecuencia son intensas y de corta duración que caen sobre cerros y montañas. El problema es que por la formación de nuestros suelos -con material volcánico- son poco permeables y se saturan con facilidad. Por esta razón, el agua busca una salida por las quebradas y ríos, aumentando su caudal.
Además, hay otras condiciones que aumentan el peligro de estas cabezas de agua. Entre estas, Salgado destacó:
Pendientes abruptas que aumentan la velocidad de las masas de agua, sobre todo en distancias cortas.
La deforestación, pues los árboles sirven como una sombrilla para el suelo, y cuando no están, recibe más lluvia.
La presencia de disturbios atmosféricos como ondas tropicales, depresiones o huracanes.
Todos estos factores unidos provocan las "avenidas" que además arrastran otros materiales, y se pueden convertir en avalanchas.
Las ciudades tampoco escapan al riesgo, pero aquí la causa son las grandes cantidades de basura que van a dar a los cauces y obstaculizan el paso del agua. Llega un momento en que la corriente lo arrastra todo de una sola vez.
Prevención
Entre agosto de 1997 y junio de 1998 han fallecido por lo menos 23 personas a consecuencia de cabezas de agua. Entre los hechos más dramáticos se encuentra el deceso de cinco personas en Pacayas -Cartago- en octubre de 1997 y otras cinco en Tres Ríos de Osa, en octubre pasado.
El más reciente hecho se registró el 16 de junio, en la Quebrada Quebradón, en Horquetas de Sarapiquí, donde fallecieron tres trabajadores del proyecto hidroeléctrico Doña Julia, del grupo Saret.
Al respecto, la empresa expresó por medio de comunicado que ya habían colocado escaleras en cada una de las riberas del río para facilitar las salidas y asignaron a dos personas para vigilar el cauce. Aún así se dio el accidente.
Y es que una red de monitoreo del clima es el mejor instrumento de prevención. Esta puede darse con la instalación de puestos de vigilancia con radios o con la vigilancia de pluviómetros (medidores de lluvia) como los ubicados en los Parques Nacionales. Así, cuando en dos o tres horas el nivel de lluvia pase de 25 milímetros a 50 milímetros, es momento de alertar.