Estaban a sus anchas: tenían asientos privilegiados, vasitos de agua y atenciones especiales. Los adultos mayores vivieron a lo grande la Cadena Mayor.
La tercera edición de la maratónica por el hospital Dr. Raúl Blanco Cervantes –efectuada ayer en el teatro Melico Salazar– logró que el público respondiera al llamado y cambiara su dinero por un día de música.
Sin tantos artistas internacionales como en las versiones pasadas, la Cadena se valió del talento criollo para atraer público al Melico y a los bancos.
El banderazo de salida de la actividad lo dio la primera dama, Leila Rodríguez. Aunque estaba acompañada por su esposo, el presidente Abel Pacheco, el mandatario cedió el protagonismo a la señora.
El primer bloque correspondió al chiqui-chiqui (música tropical) y contó con la participación de Explosión, Chocolate, Huracanes, Nácar, X-Tracto y Calle Ocho.
La primera artista internacional que se presentó fue la joven mexicana Natalia Lafourcade. “Increíble su país. Me encantó ser parte en un evento de este tipo”, comentó, una de las pocas artistas que no utilizó doblaje.
Con solo siete años, la también mexicana Dana Paola se robó el corazón de todos los abuelos que llenaron el teatro. “Es como ver a mi nieta”, le decía una señora de cabello blanco a su vecina de asiento.
La locura de la tarde llegó con el quinteto Magneto, responsable de que los pisos altos del Melico se llenaran de adolescentes delirantes. Pero el pegue de los cinco muchachos no se quedó en sus contemporáneas, pues no faltó una abuelita que les tirara besos y piropos.
La música nacional volvió a escena con La Marka, Mekatelyu, Luna Di Vietro, Porpartes, Inconsciente Colectivo y Suite Doble. Los géneros musicales dejaron de lado la edad y permitieron que las canas se movieran al ritmo del reggae , la música electrónica y hasta el rock.
La Cadena no tuvo límite de edad: chiquillas que aplaudían al presentador y actor mexicano Arturo Peniche y abuelitas apercolladas a Érick León y al Macho de Porpartes.
Dos ambientes
Mientras que dentro del teatro todo era fiesta, afuera un hormiguero de técnicos, productores y colaboradores corría para ajustarse al horario que no perdonaba.
La gradería instalada en las afueras del Melico estuvieron llena todo el día, aún durante las horas en que la lluvia bañó el lugar.
En una sabia medida, las petulantes limosinas utilizadas en años anteriores para conducir a los artistas fueron sustituidas por autos antiguos.
El programa nocturno incluyó un emotivo homenaje al fallecido roquero tico José Capmany, así como las presentaciones de Isidor Ash, el charro José Julián y los románticos Carlos Cuevas y Cutito Larrinaga.
Cerca del cierre Los Legendarios –compuesto por leyendas de la música tica– rindió un tributo a Lencho Salazar y las chicas Buba hicieron su debut público.
El gran final correspondió al español David Bisbal, quien durante el día movió a una legión de fanáticas por la capital. Con la intervención del colochudo ibérico el Melico casi se viene abajo por la emoción.