La salud es uno de muchos ámbitos impactados por el cambio climático y Costa Rica no se escapa, como lo confirma el informe anual Lancet Countdown, que desde hace una década estudia las consecuencias de los cambios en el clima a nivel mundial.
Costa Rica fue una de las naciones en las cuales Lancet Countdown hizo un zoom in. Se analizó el impacto del calor en las poblaciones más vulnerables (adultos mayores y menores de un año), las horas laborales perdidas por impacto de altas temperaturas, el impacto de enfermedades infecciosas (como el dengue), y las partículas contaminantes que se inhalan.
Los resultados no son alentadores para Costa Rica, aunque sí tiene condiciones más favorables que los otros 30 países a los que se les hizo el acercamiento. No obstante, lo visto hasta ahora pone en evidencia la importancia de trabajar para combatir el cambio climático, adaptarse a él y mitigar los efectos.
“La salud humana en todas las dimensiones se ve afectada de maneras directas e indirectas por el cambio climático”, advirtió Zaray Miranda Chacón, médica e investigadora de la Universidad de Costa Rica (UCR), que es parte del equipo de investigación de Lancet Countdown en América Latina.
Este informe se realiza todos los años, para medir de forma sostenida el impacto y ver cómo avanza.
Costa Rica tal vez no tiene temperaturas extremas como las que se ven en otras latitudes (que sobrepasan los 45 ºC o están por debajo de los -20 °C, según la época del año), y tampoco se ven las olas de calor o huracanes que en otros países, pero sí hay consecuencias.
“Hay personas a las que uno les habla de cambio climático y le dicen ‘ah, pero en Costa Rica no pasa eso, estamos muy lejos’, pero ya la historia nos ha demostrado que lo que sucede a miles de kilómetros nos impacta", destacó.
Impacto del calor en la salud
De acuerdo con el informe, entre 2014 y 2023 la exposición al calor aumentó 214% para los menores de un año y un 163% para los mayores de 65 años. Ambas son las poblaciones más vulnerables, porque tienen mayores requerimientos para hidratación, su piel es más sensible y su metabolismo puede ser diferente.
En estos últimos veranos en Costa Rica, apuntó Miranda, hubo días en los que algunas estaciones meteorológicas marcaron 37 º C o más.
Las altas temperaturas también indicaron que, entre 2014 y 2023, cada año se perdieron 71,69 millones de horas laborales por exposición al calor.
“Hay riesgo de estrés o shock por la exposición al calor en actividades físicas cotidianas, como los trabajos agrícolas. Las personas que trabajan en agro se exponen más al sol y esto se ve en la enfermedad renal crónica. Esto impacta a las familias, ya que no todos pueden regresar a trabajar”, expuso Miranda.
En el informe de 2019, Lancet Countdown indicó que el calor extremo hizo que se perdieran 1,5 millones de horas de trabajo potenciales en 2018.
En otras palabras, si se saca un promedio anual en la década de estudio, se tendría 7,17 millones de horas perdidas por año. Es decir, 4,78 veces más de la cifra de 2018.
Según la especialista, esto también podría exponer, aunque en menor medida, a quienes realizan ejercicio físico al aire libre.
El calor también puede afectar en la duración de los medicamentos y cómo se almacenan, porque el funcionamiento podría alterarse. Buscar lugares frescos y secos puede hacerse cada vez más difícil.
A esto se le une otra conclusión del informe: la cantidad de espacios verdes urbanos. En Costa Rica solo se analizó San José, y presentó un nivel de verdor “bajo”. Este nivel no ha cambiado desde 2015.
Enfermedades infecciosas y cambio climático
El cambio climático también hace más fácil la transmisión de enfermedades infecciosas. De acuerdo con el reporte, la capacidad potencial del mosquito Aedes aegypti para transmitir el dengue en Costa Rica aumentó un 4% entre 2014 y 2023 en comparación con el periodo que va de 1951 a 1960. La “tasa de contagio” o la cantidad de personas que podría infectar un mosquito, está cercana a 1 (1 persona por mosquito con el virus), “lo que significa más potencial para la propagación de la enfermedad”, cita el reporte.
Miranda recordó que el Aedes, para reproducirse y subsistir, requiere dos variables: temperatura y humedad. En nuestro país ya ambas variables existían desde hace años, pero ahora están presentes en lugares del país donde antes no estaban y en épocas donde antes no se veía tanto.
“Las enfermedades infecciosas son enfermedades sociales, aunque no se transmitan de persona a persona. Si yo tengo al vector y tengo personas infectadas esto puede diseminarse. Porque un mismo mosquito puede picar a varias personas en una sola habitación”, explicó la científica.
Miranda expresó que en situación de inundaciones los huevos pueden sobrevivir hasta que encuentren el momento propicio para eclosionar y desarrollarse en larvas y luego en adultos.
La científica advirtió que el aumento del dengue no es causa-efecto con el cambio climático tan directamente, porque hay más variables en juego. No obstante, las fronteras del dengue como enfermedad endémica cada vez se van extendiendo más y eso sí es atribuible a cambios en el clima a lo largo del tiempo.
El dengue es la enfermedad que más se escucha, pero no es la única impactada por el cambio climático. También se ve mayor vulnerabilidad a malaria y a diarreas.
Partículas contaminantes y salud
El informe también abordó la contaminación del aire y, en especial, las partículas PM 2,5. Estas son partículas pequeñas, que no son visibles, pero sí afectan las vías respiratorias. Las de este tamaño son consideradas las más dañinas, ya que son muy finas y por ello tienen la capacidad de llegar directamente a los pulmones.
Estas partículas no solo están relacionadas con infecciones respiratorias, también con cáncer de pulmón, accidentes cerebrovasculares (ACV, anteriormente conocidos como “derrames cerebrales”) y empeoraría los infartos al corazón.
A largo plazo también son parte de la ecuación del cambio climático, porque quedan “flotando” en el aire durante años.
El informe señala que en Centroamérica la tasa de mortalidad prematura atribuible a PM 2,5 derivado de combustibles fósiles aumentó en un 4% de 2016 a 2021. Los aumentos más altos provienen del sector transporte.
¿Por qué es necesario investigar el impacto del cambio climático en la salud?
Miranda contó que en 2015 se formó la comisión que estudiaría la relación del cambio climático con la salud. En ese entonces se partió de una hipótesis, dado que no había certeza de ese vínculo.
“A la hora de ver los datos científicos, observamos que hay muchas enfermedades, estilos de vida y la vida del ambiente están ligados con el cambio climático. Conforme han avanzado los años, hemos visto impactos más directos. En lugar de encontrar mejoras cada vez encontramos resultados más alarmantes”, expresó la investigadora.
La forma en la que se llega a estas conclusiones responde a análisis con datos macro que comparan las afectaciones a las distintas poblaciones.
¿Qué pueden hacer? A nivel de políticas públicas, Miranda dijo que es necesario ponerle atención al tema, pues en Costa Rica no se ahonda en la relación entre el cambio climático y los impactos a la salud.
“En los diferentes espacios donde hemos intentado hacer conciencia, hemos topado con desinterés. Y es un tema de salud pública”, subrayó.
Para Miranda, esta conciencia es necesaria en las autoridades de salud, pero también en los profesionales de la salud que atiendan directamente a la población.
También hace falta mayor investigación. En Costa Rica, el reporte señala que las publicaciones científicas sobre salud y cambio climático han crecido poco, con un promedio de dos artículos anuales entre 2014 y 2023.
Como ciudadanía, Miranda afirmó que es necesario informarse, pero también hacer valer los derechos a un ambiente sano ante las autoridades, tanto nacionales como locales.
“Si ve contaminación, si ve que no hay opciones para manejo de residuos o que no hay planes de mitigación para las lluvias. Reclame, denuncie. Así se empieza”, concluyó.